Biografía de San Bruno, fundador de la Cartuja

Ficha personal

  • Nombre: San Bruno, fundador de la Cartuja

San Bruno, restaurador de la vida solitaria en el Occidente, admiración del mundo cristiano y fundador de una de las más ilustres y santas congregaciones de la Iglesia de Dios, nació en Colonia por los años de 1051. Su familia era una de las más notables del país y se encargaron de la educación de su hijo... esto costó poco por los bellos talentos naturales de Bruno.

San Bruno profesaba una tierna devoción a la Santísima Virgen, la que dejó después como una herencia a sus hijos, preservó su inocencia en todos los peligros. San Bruno además hizo grandes progresos en las ciencias... sobresalió en las letras humanas, en teología y en el estudio de los Santos Padres: de manera que era reputado por uno de los más hábiles doctores de su tiempo. Lo enviaron a París para que se perfeccionara en aquella universidad, se graduó y siendo aún joven ya enseñaba filosofía. Se extendía la fama de su santidad y San Annon, Arzobispo de Colonia, no quiso que su Iglesia estuviese privada de un sujeto que tanto la podía ilustrar. Llamó San Annon a San Bruno y proveyó en él un canonicato de la Iglesia de San Cuniberto de Colonia, le confirió las primeras órdenes sagradas, y luego que murió San Annon la Iglesia de Reims le eligió por su magistral, y poco después fue nombrado cancelario y rector de las escuelas públicas.

Pero luego que volvieron a los ejercicios de su primitivo fervor, faltó poco para que del todo los perdiese una violenta tentación. Sobresaltado el demonio a vista de aquellos primeros principios, les metió en la cabeza que era tentar a Dios empeñarse en una vida tan rigurosa y tan superior a las fuerzas de la naturaleza. Conferenciando un día sobre este punto, se les apareció un venerable ancinao, y les dijo que no tenían razón para desconfiar de la asistenca del cielo, y que la Santísima Virgen los tomaría a todos debajo de su especial protección, con tal que todos fuesen muy exactos en rezar cada día las siete horas canónicas de su oficio parvo. Dicho esto, desapareció el santo viejo, que todos conocieron que era el Apóstol San Pedro... y consagrándose todos a la Santísima Virgen Madre de Dios, pusieron toda la Orden bajo su protección, renovaron su propósito de no abandonar el desierto, de no admitir la más mínima moderación de la severidad de su Instituto, y al instante se disipó aquella tentación. De aquí tuvo principio la Ley de los Cartujos de rezar todos los días cada uno en particular el oficio parvo de la Virgen.

Mientras tanto, no pudiendo San Bruno obtener licencia del Papa para volverse a la dulce compañía de sus queridos hijos, los instruía y los esforzaba por medio de cartas. Llegaron a Roma los diputados de Regio en Calabria con la pretensión de que se les diese a Bruno por Arzobispo. El Papa se los concedió al instante, pero Bruno importunó tanto con sus ruegos y con sus lágrimas, que al cabo Su Santidad cedió, y le dio licencia para se volviese a su desierto.


Conociendo que se acercaba su última hora, convocó a todos sus monjes, hizo en su presencia la protestación de la fe, particularmente sobre los artículos de la Santísima Trinidad, de la Encarnación, de la muerte de Jesucristo por todos los hombres. El domingo 6 de octubre, recibidos todos los Sacramentos, armado con su cilicio y un devoto crucifijo arrimado a los labios murió el año 1101, aun no cumplidos sus 50 años de edad, en el decímocuarto de la fundación de la Cartuja en el Delfinado, y el quinto después de su retiro a la Calabria.

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