'Tú vales mucho, nena'

Charlaba el otro día con una buena amiga a la que conozco desde hace 40 años, guapa, inteligente, trabajadora, casi perfecta... Y entre añoranzas, nos vimos haciendo un repaso de nuestras vidas en clave de humor, pero a mi amiga se le escapaba un poco de tristeza por las rendijas de los comentarios. Salió el tema del trabajo, de las peripecias para situarnos y armonizar la vida laboral y familiar cuando nuestros hijos eran pequeños. Recordamos que incluso algunas chicas de nuestra quinta se toparon con el muro de la incomprensión del entorno familiar. ¿Raro, verdad? Entonces, había quien no entendía que, casadas y con niños, quisiéramos ejercer , "sin necesidad", una carrera en la que habíamos puesto tantas ilusiones. No encontraban sentido a nuestro esfuerzo. Ciertamente, fuimos pioneras de algo... ¡Qué antiguas!

Mi amiga, víctima de la humildad impuesta por el ambiente, nunca presumió de nada. Pero podía con todo, y parecía que nadie lo apreciaba. Posiblemente, su marido y sus hijos la valoran muchísimo pero no se lo dijeron cuando más falta le hacía. Esa es la cuestión. Y ahora que los años nos permiten ver con nitidez y comparar, a mi amiga le parece que él, ellos, la sociedad, fueron un poquito injustos con nosotras. Le faltó la palmadita en el hombro, la mirada especial, la palabra oportuna.

Rutina, dejadez..., exceso de "confianza"... Seguramente, muchas mujeres de nuestra generación entiendan a mi amiga. Nuestras hijas, no tanto.

Quizás iniciamos también un cambio de mentalidad.