Acumulación de juventud

Hacía tanto tiempo que no veía a mis compañeras del colegio... Una de ellas, B, tuvo la feliz idea de invitarnos a comer a su casa a las amigas de entonces. Nos reencontramos con un cariño casi fraternal, como si el tiempo no hubiera pasado: "Decíamos ayer...". Me cuesta pensar que entre todas sumábamos casi 700 años. ¡Qué acumulación de juventud!, porque yo la seguía viendo estupendas: las mismas manías, el mismo sentido del humor...

Hijos, nietos, separaciones bullían en el ambiente tratando de llenar paréntesis de desinformación: P. se había quedado viuda y M., una amiga muy especial, se nos había ido para siempre. De aquel grupo de niñas tan vitales y con tantas inquietudes, queda hoy un grupo de mujeres maduras, por echarnos un piropo, vitales y llenas de inquietudes que el tiempo no ha podido borrar.

Crecimos en una época en la que empezaban a brotar flores de vanguardia. Conocimos la palabra inconformismo aunque nuestra rebeldía estaba matizada por la serenidad de un colegio de monjas a las que siempre agradeceré su comprensión y su cercanía.

Lo mejor del suculento banquete que nos ofreció una perfecta anfitriona, la sensación de que estamos menos solas de lo que pensábamos. Además, estas reuniones van a continuar aunque sea delante de un café: son terapéuticas, divertidas, recomendables al 100%. Gracias a las compañeras con las que compartí infancia y adolescencia por tenerme viva en su memoria.

El otro día comenzamos "un curso nuevo´.