Adiós, baby

En mi vida siempre ha habido música de fondo. Se lleva las vivencias, da intensidad al presente, me trae los recuerdos... La otra tarde, escuchaba un concierto en casa, cuando llegó mi nieto mayor después de pasar casi un mes en un campamento organizado por su colegio. La música y la voz del niño me transportaron inmediatamente por el tiempo, hasta un escenario similar donde actuaba uno de mis hijos. Recuerdo que aquél verano volvió de Inglaterra mucho más alto y con la vozarrona cuajada de gallos...Yo escuchaba el mismo concierto, cuando me di cuenta de que mi niño empezaba a ser un hombre. Sentí el mismo sabor agridulce que he notado ahora al ver el cambio que mi nieto ha experimentado en tan poco tiempo: habla bajito para que no se le note la voz de tenor barato, como si se resistiera a dejar la feliz infancia.

Se me nubla la alegría de verle crecer al pensar todo lo que tiene que ocurrir hasta que la transformación se complete. Creo que la adolescencia es como una etapa de mareas vivas: las ilusiones suben y bajan llamativamente. Puede ser dura para él y para su familia, pero quiero pensar que sus padres sabrán acompañarle con cabeza y corazón.

Me gustaría saber estar al lado de mi nieto cuando lo necesite y, sobre todo, que mi forma de ser de pensar y de actuar le sirvan de algo.

No sé si eduqué bien a mis hijos, aunque puse todo mi empeño, o si el mérito del resultado es de ellos, porque yo era bastante joven. Lo cierto es que mis hijos sí me educaron a mí, y ahora que sería la madre 10 de un adolescente, tengo que empezar a aprender a ser la abuela. Una tarea de actriz secundaria nada fácil, nada lucida... Intentaré conseguir un Óscar.

Adiós, baby, qué bonito ha sido nuestro encuentro. ¡Hola, mi chico!, te espera un mundo muy interesante y estoy segura de que tú lo puedes mejorar. ¡Suerte!