Al borde de un ataque de jubilación

El ataque de jubilación produce una variedad de miedos que afectan especialmente a los hombres de entre 60 y 65 años. Tampoco se libran de este ataque algunas mujeres, y muchas lo sufren en solidaridad con los maridos.

El cuadro parece complejo porque las causas pueden ser externas. Por ejemplo, nos da miedo que la sociedad nos relacione con esos clichés gastados que no favorecen nada la imagen de los jubilados; o nos producen vértigo los debates de los políticos sobre las pensiones. Pero seamos prácticos, tardaremos en cambiar la sociedad. Sin embargo, podemos transformar con cierta rapidez nuestros propios fantasmas ("nada", "vacío", "fin"... ) en promesas hermosas ( "todo", "lleno", "comienzo"...).

En honor a la verdad, el día "J" nos gustaría agarrarnos a un paracaídas: ¿qué hacemos a partir de ese momento, con la amenaza de un tsunami de tiempo y un programa en blanco por delante?

Si no perdemos la capacidad de ilusionarnos, la realidad nos va demostrando continuamente que la vida no se queda sin contenido con la jubilación, lo renueva, y que, precisamente en esta etapa, nos regala oportunidades fabulosas si las sabemos descubrir.

Sencillamente, cambiamos de vía para seguir viajando por las rutas que queramos a la velocidad elegida. Un privilegio. Lo importante es saber a qué lugar vamos y organizarnos, aunque cueste un poco, más por exceso de posibilidades que por defecto.

He aprendido de una amiga jubilada y feliz, la organización en persona, que hay que mantener, sobre todo al principio, unos horarios: levantarse temprano, comer y acostarse siempre a la misma hora... Ella los cumple pero deja la puerta abierta a la improvisación y a la sorpresa: ni rigidez ni dejadez, sino todo lo contrario. Y funciona. De esta manera, ha visto claramente sus necesidades reales, sus sueños, sus huecos... Y va encajando el presente y el futuro a corto plazo en un puzzle a medida, en el que cabe todo: familia, amigos, viajes, voluntariado, nuevas tecnologías, deporte, lectura, cocina..., relax. No sé como lo hace. Le sigo la pista...