El fin… y el principio

Presiento que con el 2012 se cierra una etapa de mi vida: hemos desmantelado la casa de mis abuelos porque ya nadie va a vivir allí. Ha desaparecido "el objeto de apego".

Muebles grandiosos que no caben en las viviendas modernas, baratijas, recuerdos... Todo ha desaparecido tras el paso de las hordas de un Atila comprador de tristezas y el festín de unos buitres carroñeros.

La Casa vacía, sin alma...

Cierro los ojos para oler el perfume de la época dorada, para recordar los momentos más dulces de mi niñez, las Navidades multitudinarias, los ruidos de la calle en estas fiestas: rebaños de pavos alocados, pandillas de chicos tocando la zambomba y pidiendo el aguinaldo...

Parte de mis vivencias está grabada en las paredes de esa casa. Pero sólo parte. He creado una familia y vivo intensamente otra etapa. Ahora la abuela soy yo. Y me encanta esta novedad porque me proporciona un tipo de felicidad que desconocía: "Abuela, qué bien estoy contigo". Cuando Olivia, 5 años, me susurra estas palabras, creo en los ángeles.

Me gusta hablar a mis nietos de nuestros antepasados, de sus valores, de sus anécdotas... y recordar las raíces centenarias de la familia con orgullo del bueno. A los niños les motiva tener, por ejemplo, un tatarabuelo importante, honrado, una bisabuela valiente, emprendedora. La sensación de pertenecer a una casta decente fomenta la autoestima.

Ellos tienen derecho a saber quienes eran sus antepasados, y nosotros no podemos permitir que seres queridos queden en el olvido como si nunca hubieran existido. El puzzle encaja.

Me encantaría hacer un libro para mis nietos con las historias de mi familia materna y paterna, tan distintas y tan admirables, pero sería complicado. Sin embargo, me atrevería a dar pinceladas divertidas, entrañables sobre la vida de los protagonistas.

Por eso me animé a poner en marcha "Tus abuelos te cuentan... La historia de tu familia"
, una especie de álbum guiado que ha editado Bayard precisamente para potenciar las relaciones intergeneracionales, con la idea de que los abuelos escriban, de forma breve e ilustren con fotos, un relato apasionante.

Estos días hablaremos de todos, y juntos disfrutaremos de lo mejor de la familia, olvidando ligeros desamores que enturbien la armonía.

Con el 2012, termina mi historia interminable y empieza un nuevo ciclo en el que he puesto muchas esperanzas.

¡Bienvenido, 2013!