Flashes de felicidad

En verano, tenemos la oportunidad de convivir más con los nietos, aunque muchos abuelos, obligados por las circunstancias.

No es mi caso. Soy de las pocas abuelas privilegiadas. Para mí, la visita de los niños a nuestro refugio de verano es como un cóctel delicioso de placer mezclado con una pizca de agotamiento. Y no son ellos la causa de mi cansancio sino el gozo que me produce su presencia, motor de una hiperactividad exagerada. Por ellos, corro como los protagonistas de las películas cómicas del cine mudo: preparo comidas caprichosas, meriendas, cenas..., juego al futbol, si es preciso, intento complacer a todos... Deprisa, muy deprisa...

Si los tuviera un mes entero, sería diferente, claro, pero se puede ser "superabuela" de muchas formas.

Este año, mi nieto pequeño me ha regalado la primicia de su nuevo vocabulario entonado con voz de Niño Cantor de Viena. Y es curioso que sus casi primeras palabras, aparte de mamá, papá, agua y algo más, hayan sido tan exóticas como: luna, banana, cuscús..., one, two, three, strong... ¿Qué nos anuncia este pequeño gran hombre? ¿Será tal vez imaginativo, aventurero...?
¿Que si se me cae la baba en determinadas ocasiones? Sí, sobre todo cuando contemplo a todos mis nietos juntos.

Abuelos y abuelas, si las prioridades o el estrés os lo permiten, disfrutad con CALMA esos momentos exclusivos que ellos nos proporcionan. ¡Pasan tan deprisa...!