Miedo

Miedo, tengo miedo, miedo de quererte.
Miedo, tengo miedo, miedo de perderte...

Dicen que la pasión es patrimonio de la juventud. Pues, no sé, depende..., tal vez la pasión en su expresión más primitiva, más inconsciente... Pero me parece, por lo que siento y oigo, que la pasión, en la acepción menos utilizada del término, no decae con los años, más bien multiplica sus opciones y se torna inteligente, selectiva, investigadora... No se apaga fácilmente.

Revindico para la madurez la pasión de vivir. Y es que después de los 50, te das cuenta de que no puedes ir perdonando la vida a la vida y aprecias ese cúmulo de pequeñas cosas buenas que te ofrece con verdadero entusiasmo, más como regalo que como derecho. Y te aferras a ellas porque te apasionan.

Es ahora cuando disfrutamos profundamente la belleza de una primavera incipiente, cuando descubrimos la bondad escondida de la gente, cuando sentimos una ternura única en la mirada de esa personita que repite los ojos de tu hijo, el sabor dulce del amor, el valor de la libertad... El privilegio de la salud...

"¡Mi vida por un café!", suspiraba mi amiga Pepa en un arrebato de pasión por una maravillosa nadería. Cientos de pequeños placeres, de sensaciones, de sentimientos bonitos nos van atando. Y el apego llega a ser tan fuerte que, como dice la copla, "tengo miedo de quererte". ¿No es esto pasión?