Un pequeño gran personaje

Voy a tener un nieto, ¡y van cuatro! Es un chico, un personaje que no llega al medio kilo y que ya empieza a patalear dispuesto a comerse el mundo.

Pasará el verano sesteando a la sombra de su madre y preparándonos el otoño caliente que, sin duda, nos traerá un bebé tan deseado.

Y siento que la vida bulle otra vez por las venas de mi casa: "...con tus besos, mi dios, mis manos florecen..." Así escribía, mezclando versos, mientras esperaba al padre de este chico de medio kilo escaso que, sin nacer, sin nombre, ocupa ya su lugar en la familia.

Me acuerdo de mi abuela, pequeña y nerviosa, frágil y fuerte. Un ser angelical que no conocía el egoísmo, ni el mal humor, ni los reproches, ni la mentira..., que transmitía un dulce coraje.
Me gustaría ser para mi nieto, para todos mis nietos, lo que fue ella para mí: raíz, puerto, un abrazo, la Luna llena, mar, una canción...

¿Qué le reservará el destino a este niño? La incógnita de su futuro le obligará a luchar, incluso para nacer, pero también le hará soñar.

Y cuando esté aquí, le diré sin palabras que sea honesto y consecuente, que ponga ilusión en todo lo que haga, que tenga vocación de feliz... Será un discurso largo, un diálogo sin final que él continuará con sus nietos.
La naturaleza en primavera me entusiasma pero me mata, porque me produce alergia y, sobre todo, envidia: ¡quién pudiera renacer cada año con tanto esplendor!

Sin embargo, este año de primavera salvaje, ¡qué cosas!, sólo tengo una "espléndida" alergia. Mi auténtica primavera llegará dentro de unos meses.