Verde que te quiero verde

Vengo de Andalucía con los ojos llenos de colores. El campo estalla en un mar de verdes, unas veces, agresivos, otras, dulzones, fosforitos... Siempre salpicados de blanco jara, de malva romero, de amarillo retama... Ha llovido mucho, demasiado: la primavera venía sedienta. Pero entre aguacero y arco iris, se hace la luz, esa luz magnífica que alumbra la vida y los versos de los poetas.

"...Verde que te quiero verde...".

Poemas y canciones, romances y leyendas ancestrales brotan repetidamente de la tierra húmeda al calor del sol: "Ojos verdes, verdes como la albahaca, verdes como el trigo verde y el verde, verde limón".

La Naturaleza sólo dormía... Ahora, campos de todos los rincones, llenos de promesas diferentes, nos transmiten su energía para ayudarnos a escapar de esa especie de apatía que suelen imponer los años. Alguien que sabía mucho de eso me dijo un día que, poco a poco, sin darnos cuenta, vamos entrando en la edad del "despacito". Es posible. Pero, como cada año, y especialmente después de este "encuentro andaluz", me niego (hasta donde puedo negarme) a perder estímulos, ilusiones y proyectos, a dejarme llevar hacia una astenia primaveral crónica...

Aunque los pies no den más de sí, el corazón y la mente son capaces de volar... en primavera...