Viento del Este, o del Oeste

Volvemos a la vida cotidiana. El bajón intermitente de la temperatura y las primeras hojas doradas de los castaños nos confirman la llegada del otoño.

Siempre me ha inquietado el paso del tiempo. Y con los años, más. Desde mi percepción "de andar por casa", el tiempo pone fin a momentos que deberían haber sido eternos, marchita las rosas de nuestra historia, es el causante de nuestra metamorfosis, el motor de esos cambios que no podemos frenar... A veces, es demasiado rápido y a veces, demasiado lento...
Sin embargo, últimamente, he comenzado a apreciar aspectos positivos de este inevitable y extraño compañero de viaje. Siento que el tiempo pasa por nosotros como un viento suave que desgasta poco a poco nuestro patrimonio más superficial, quizá el menos importante pero el que más nos duele perder, y deja al descubierto, sin que nos demos cuenta, lo mejor de nosotros mismos.
Creo que con el tiempo aumenta nuestra capacidad de afrontar los problemas y de disfrutar: ganamos en sabiduría, paciencia, sensatez, seguridad, ternura, generosidad, comprensión, elegancia... Todo lo que nos hace más humanos, más grandes.

Espero que a Victor Hugo no le moleste que tome prestados estos versos que nos invitan a vivir "nuestro tiempo" con entusiasmo:

"... Te deseo que siendo joven no madures demasiado deprisa,
y que ya maduro no insistas en rejuvenecer
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
Y es necesario que fluyan entre nosotros..."