¡Háganlo! ¡Háganlo! ¡Háganlo!

Dolors Colom Masfret
Directora Científica del Master Universitario de Trabajo Social Sanitario. Estudios de Ciencias de la Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
Directora de la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar  

Señores políticos, presentes y futuros, no nos frían contándonos lo que harán. ¡Háganlo! No inventen hechos para manipular, porque pierden toda la credibilidad. Aporten soluciones desde su mundo, pero no nieguen otros mundos pues la política de verdad los incluye a todos y los armoniza. Esos días de elecciones los «Yoes» caníbales se han desatado.  ¡Y de qué manera! 

Supongo que por deformación profesional sostengo el principio de que cuando algo se quiere resolver, se resuelve, sin más, sin esperar nada. Y, cuando no se resuelve, es porque, en realidad, no existe la mínima intención. Toda solución llevará más o menos tiempo, pero, lo solucionable en el territorio de lo humano y lo profesional, se soluciona. Y claro que uno se encuentra con profesionales, y políticos, que actúan de acuerdo a una ética y se encentra con otros que sirven a intereses con sombras alargadas, pero la columna vertebral de la acción profesional, y política, permite afirmar el principio citado: cuando algo se quiere resolver se resuelve. 

Por cierto, las palabras pueden resultar terapéuticas, esperanzadoras, hasta graciosas, pero no resuelven, solo resuelven las acciones que uno da.

En el plano de la política, lamentablemente, las soluciones a los problemas de los ciudadanos parece que pasan por filtros que no buscan alcanzar la solución, sino el redito partidista. Peco, con plena conciencia, de ingenua, pero quiero ver en los políticos la encarnación de lo noble, lo honesto. Por lógica la política debe representar más las virtudes que las miserias humanas, y los políticos, «que lo son de verdad» entregar, generosamente, sus habilidades personales su conocimiento, al servicio, de la sociedad a la cual quieren servir. A la política deben dedicarse personas capaces de desarrollar el bien común, mejorar el día a día de las personas que habitan un territorio y con ello propiciar su desarrollo. Pero viendo los improperios, las promesas de las campañas electorales, uno se solivianta cuando intuye que justo eso que dicen que quieren solucionar es lo que no se va a solucionar porque es lo que en cada campaña nutre las argumentaciones de unos contra otros. En campaña electoral los «Yoes» saltan a la arena con las artimañas más repugnantes para quien presta la atención suficiente al discurso y a su coherencia. 

La realidad que callejea por las ciudades y pueblos, a la luz de los hechos -los problemas siguen ahí-, importa bien poco a la mayoría de los líderes políticos, se llamen como se llamen y respondan a las siglas que respondan. Ojo, la mayoría no es la totalidad pero esa mayoría lastra a la minoría que sí resolvería. Los problemas que afectan a la sociedad debido a su organización, no se resuelven con palabras, ni con visitas o paseos por el parque, se resuelven con acciones y no con acciones cualesquiera, esas las puede plantear quienquiera, deben ser acciones profesionales, acciones estratégicas, acciones que mejoren la realidad de cada uno salvando su voluntad y su libertad. La armonía entre las diferencias es la que permite la política de verdad.

¿Qué redito le puedo sacar a los problemas de la sociedad? Parecen preguntarse algunos y lejos de la solución inician una verborrea que cansa, agota, desmotiva, aburre. Eso que dicen que quieren cambiar ¡Háganlo! Sean generosos los ciudadanos y no calculen el rédito político. Ya sé que eso es una utopía, pero déjenme escribirla al menos. Casi todos tienen responsabilidades de gobierno, ya sea en el local, en el autonómico o en el central. Eso que dicen que van a mejorar para después de las elecciones, no esperen.  ¡Háganlo! ¡Háganlo! ¡Háganlo!