Blog de Dolors Colom Masfret. Plusesmas.com
Directora Científica del Master Universitario de Trabajo Social Sanitario. Estudios de Ciencias de la Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Profesora asociada del Grado de Trabajo Social. Universidad de Barcelona (UB). Directora de la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar.
«Hija, llama tú»
domingo, 27 de febrero de 2022
Hace años que está en la palestra la marginación que sufren sobre todo las personas mayores, o no tan mayores, pero sí personas con un denominador común: no usan internet o tienen dificultades para ello, no se desenvuelven bien en el mundo digital, tienen dificultades para recordar la retahíla de las opciones de los contestadores robotizados, saben cuándo empiezan una gestión doméstica, pero no cuando terminan. Se ven obligadas a perder mucho, mucho tiempo para resolver asuntos que, si de primera opción hubiera alguien para atener, seria cuestión minutos, ello, siempre que la persona que atiende al otro lado del teléfono tenga espíritu de servicio y ganas de ayudar.
El doctor Carlos San Juan, con su queja sobre los servicios bancarios ha conseguido movilizar multitud de personas que se han sentido identificadas con sus argumentos y en la misma causa. Su reivindicación, más clara el agua: «soy mayor, no idiota» ha sido como un gran espejo colectivo. Las primeras reacciones a su iniciativa son se hicieron esperar, los programas de la televisión, de la radio, de la prensa, se hicieron eco de su enfado, pero sobre todo de su sentir.
Pasado el totum revolutum mediático la vida sigue y las dificultades para resolver personalmente asuntos de toda índole, también. Hombres y mujeres, no importa que bordeen la ochentena, que se desenvuelven completamente solos en sus asuntos cotidianos, se encuentran en un callejón sin salida, cuando se trata de enfrentarse a la atención al cliente de empresas de servicios para resolver determinadas gestiones.
Algunos hijos, que no quieren ser parte de este sistema que inutiliza y excluye a sus padres, insisten en que sean ellos quienes llamen y traten de resolver el asunto. Estos mismos hijos, tienen que aguantar alguna que otra critica por no asumir la gestión directamente: «¿por qué no le haces la gestión a tu madre? Es mayor». La respuesta del hijo es: «No quiero inutilizar a mi madre», porque además su madre es una mujer completamente capaz.
Entre intento e intento para resolver el problema la desesperación. Así, como el tiempo corre y el plazo para la gestión está por acabar, llega el día en que la madre dice: «Hija, llama tú, con esta gestión y con esta gente no hay manera». Entonces, la hija consciente de que el lio lleva días serpenteando, se compromete a resolverlo. Al día siguiente busca un momento a media mañana, entre una entrevista y una clase, o entre una clienta y otra, pide permiso a su jefe para hacer la gestión materna: «será un momento, es que mi madre no puede, es muy mayor».
La hija llama con la idea de que será un plis plas. El maldito contestador robotizado no para de repetir la misma cantinela: «Buenos días está usted en contacto con el grupo «XXX» en el teléfono de atención a XXX» en este momento todos nuestros operadores se encuentran ocupados recuerde que tiene a su disposición el portal de «XXX» donde podrá realizar las gestiones relacionadas con sus beneficios sociales además de la información actualizada de los mismos... Si desea dejar una solicitud para que le llamemos por favor marque 9 de lo contrario, por favor, espere muchas gracias». La hija espera, espera y espera, la cantinela sigue. Ella que es joven, tampoco puede.
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