Blog de Dolors Colom Masfret. Plusesmas.com
Directora Científica del Master Universitario de Trabajo Social Sanitario. Estudios de Ciencias de la Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Profesora asociada del Grado de Trabajo Social. Universidad de Barcelona (UB). Directora de la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar.
La campaña del Brexit, ¿un ejemplo de deshonestidad política?
lunes, 31 de octubre de 2016
La pasada campaña del «Brexit» y la cadena de abandonos que le siguieron a los pocos días de saberse los resultados del ajustado referéndum en favor del «Sí», pone de manifiesto el crecimiento de una clase política desvirtuada, muy faltada de nobleza.
Algunos líderes en favor del «Sí», o lo que es lo mismo, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, sembraron la cizaña y abonaron la confusión sobre las verdaderas consecuencias de la decisión, manipularon la emoción de la población, para una vez conocido el resultado, desaparecer, abandonar, desdecirse y diluirse. By, by, see you later. Han hecho dejación de su responsabilidad, investida por sus argumentos. Boris Johnson y Nigel Farage son la cabeza visible de este comportamiento en apariencia poco responsable. Y Cameron, el ex primer ministro, por cierto ya nadie habla de él, fue irresponsable al convocar un referéndum de tal magnitud dándolo por ganado, pero fue responsable al abandonar su cargo a la vista de los resultados. Posiblemente presumió la racionalidad del votante pero al votante le ganó la emocionalidad. El convocante tiene su responsabilidad pero el votante también.
Siguiendo con el «Brexit», muchas razones y prebendas desatadas en favor del proyecto se desvanecieron como si hubieran sido fruto de una apuesta entre los adolescentes de una pandilla: «a ver quién la dice más grande y a ver quién gana la apuesta». Las consecuencias del resultado a los ganadores no les importan, lo importante para ellos era ganar el referéndum. Está claro que alguien ha ganado, pero se verá quién. Así una vez destapado el resultado, las caras visibles de la campaña a favor del «Sí» se van tan panchas dejando el campo sembrado de disparates en manos la señora Theresa May que sí parece coherente.
Si uno analiza las declaraciones posteriores del Sr. Nigel Farage asumiendo que algunos argumentos no eran del todo ciertos, o sea, mentiras, puede sentir una gran vergüenza mezclada con una gran sensación de orfandad de valores en los políticos. Aquellos líderes que parecían de verdad, con un proyecto tangible eran de cartón piedra, sus mensajes sobre el futuro paraíso, eran falsedades. Acabado el teatro los actores que han interpretado excelentemente su papel se van a celebrar el éxito de la obra. Han interpretado su papel y el público les ha aplaudido.
Determinadas promesas son la evidencia de que quien las hace no merece estar en la política porque es un mentiroso. No miente quien modifica su opinión al respecto de un punto de vista, lo solución a un problema, miente quien promete realidades que a priori sabe no se pueden dar. No miente el médico que ante un tratamiento infructuoso se ve obligado a cambiarlo para salvar al enfermo, miente el médico que sabiendo que el enfermo va a morir, le hace creer que se curará y que podrá realizar este viaje tan deseado.
Si el político, él o ella, no es capaz de calibrar el daño que con sus elucubraciones, puede ocasionar a una parte de la población, no merece estar en política.
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