Blog de Dolors Colom Masfret. Plusesmas.com
Directora Científica del Master Universitario de Trabajo Social Sanitario. Estudios de Ciencias de la Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Profesora asociada del Grado de Trabajo Social. Universidad de Barcelona (UB). Directora de la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar.
La mejora del ecosistema: ¿beneficio para la humanidad o negocio para…?
viernes, 15 de noviembre de 2019
En las últimas décadas, la euforia por mejorar el ecosistema se ha desatado, en grados diferentes, en casi todos los países del mundo. Pocos quedan en el margen de la indiferencia: o se implican o se desentienden, pero siempre se verán afectados dado que la realidad es sistémica. Las personas se convierten en protagonistas activas de la era en la que viven y como ocurre con las herencias familiares, se hereda un mundo y se deja otro, mejor o peor. Para unas los objetivos hoy están claros: mejorar la calidad de vida en todas sus expresiones y revertir los desastres y prácticas corrosivas sobre el planeta que nos permite la misma vida. Para otras también están claros, pero en sentido crematístico, con miras cortas, ven en la nueva era una oportunidad para posturear y ampliar negocio con el fin único del negocio: lo eco está de moda. Como sea hay que subirse al carro de lo que, natural o artificial, acapara la atención de los medios. Son los listillos de época.
Sin embargo, los grandes cambios y transformaciones en el vivir necesitan vínculos muy estrechos entre cada individuo y el objetivo final, necesitan identificarse con el camino a recorrer. Cuando se trata de grandes corporaciones también, sus equipos directivos deben asumir la misma actitud.
Este último año y medio, los clásicos movimientos ecologistas y verdes, los pioneros, se han visto abrumadoramente sofocados por infinidad de nuevos grupos que solo «replican» lo que, en gran medida, ellos, junto con infinidad de científicos llevan años, décadas, denunciando. Así, una vez más se pone de manifiesto que el ser humano sigue atrapado en su incapacidad de sumarse a las iniciativas en funcionamiento y si lo hace, su pequeño ego le traiciona y lo lleva a crear un más pequeño reino de taifas más o menos ilustrado que como máximo se hace eco de lo dicho, en vez de dar los pasos. Nada nuevo bajo el sol ni bajo las estrellas.
Es un hecho que comprender el funcionamiento de las cosas permite generar nuevas líneas de pensamiento con un gran esfuerzo humano e intelectual, también un coste científico, sobre todo. Es la ciencia la que debe validar, o invalidar, los pasos a seguir. La ciencia se mueve en el rigor, no atribuye las causas a los efectos sin que ello se demuestre.
La ciencia tumba muchas falacias extendidas que carecen de base creíble. Las hipótesis están ahí, demostrarlas es imprescindible y ello no siempre es rápido. Puede llevar años. Sin embargo, una vez publicadas las conclusiones éstas se repiten por doquier, muchas veces sin comprenderlas y otras muchas sin reconocer las fuentes que las han posibilitado. Ello es un signo de estos tiempos tan pobres de pensamiento crítico, desnutridos de ética e incapaces de diferenciar lo nuevo de lo de siempre. La rueda de radios se inventó hace miles de años. ¿Qué pensaríamos si un día la prensa diera como exclusiva del día el invento de la rueda de radios? Esta caricatura se da en muchos asuntos que se tratan como novedad cuando siendo precisos, no lo son.
Esta realidad superior, virtuosa, urgente y necesaria que busca reequilibrar el ecosistema, requiere tecnologías y estrategias, decisiones poco amables y una gran generosidad en renuncias y comodidades humanas. Como dice el refrán: «no se puede dar misa y repicar».
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