Blog de Dolors Colom Masfret. Plusesmas.com
Directora Científica del Master Universitario de Trabajo Social Sanitario. Estudios de Ciencias de la Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Profesora asociada del Grado de Trabajo Social. Universidad de Barcelona (UB). Directora de la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar.
La paja está devorando el grano
viernes, 30 de septiembre de 2016
En encuentros azarosos, callejeando, se siente crecer el número de personas que en su interioridad se desentienden de lo político, de todo lo que afecta a su existir en sociedad. De las muchas causas, se infiere que la mayor parte de la palabrería de los políticos no les vincula a nada de lo que realmente les afecta cuando su existir se interrumpe, ya sea por la enfermedad, por la pérdida del empleo, por la falta de una economía que les permita llegar a fin de mes y otras que son el día a día del tiempo presente de muchos. Es una lástima pero en esta tesitura, las horas van en contra de lo bueno, de lo virtuoso, de lo positivo y en paralelo descomponen el esfuerzo de muchas generaciones que con su empeño crearon unas estructuras de Estado que permitieron el desarrollo de la sociedad en la que vivíamos, sí, ya no vivimos en ella.
Son personas que a pesar de las grandes diferencias que se pueden adivinar en sus vidas comparten un común denominador: el hartazgo. Dicen que tanta escenificación de algunos políticos en pro del pseudo bienestar social les resulta casi insultante, pero también tedioso y pesado, fatigoso y poco creíble. Pseudo porque mientras las retóricas corretean por doquier y los micros lo aguantan todo, muchos ciudadanos engrosan las estadísticas menos deseables. ¿Por qué algunos políticos mienten, falsean realidades, inventan problemas donde no los hay y niegan los evidentes? En definitiva ¿Por qué manipulan la información generalizando realidades individuales al colectivo? Presumiblemente están asaltando el poder. La verborrea se come la palabra, la paja devora el grano.
Como ciudadanos, más que nunca, debemos estar atentos a tanta escenificación, tanto dramatismo, tanto discurso enlatado aderezado con grandes prepotencias que desdeñan a la población mayor, a la que posibilitó lo que teníamos. Algunos necesitan en sus discursos de esas realidades de miseria y malestar que dicen quieren combatir. A veces uno duda de si realmente está oyendo o viendo lo que oye y ve.
La saciedad emocional se siente en cualquier lugar del espacio. Muchas de estas personas hace un tiempo se sentían parte de las instituciones y sabían que un sistema de servicios de bienestar responderían a sus necesidades. Hoy sufren los desaires del sistema y la mal llamada nueva política no aporta soluciones. ¡Menuda falacia la nueva política! Los problemas de las personas siguen siendo, en esencia, los mismos. Hay buenas o malas políticas, hay políticas que liberan a las personas, les permiten sus vidas y hay políticas que las condenan a la miseria, al boleto para la sopa, les garantizan el paquete de arroz pero no hacen nada para alentarlas como personas. Hace más de cien años que la sociedad de la mano de pioneros del trabajo social y del trabajo social sanitario señaló la necesidad de empoderar a las personas para que pudieran dejas atrás sus dificultades, sin embargo, para ello se necesitan administraciones y estructuras de Estado sanas.
Una gran parte de las personas que uno se encuentra al callejear y con las que conversa, sufren y padecen en su sentir, en su sensibilidad, esa iatrogenia de la pseudo política. El «no pude ser cierto que este personaje esté diciendo lo que está diciendo...» sucumbe a los titulares del día siguiente que como mazazos certifican que aquel personaje dijo lo que parecía imposible.
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