Blog de Dolors Colom Masfret. Plusesmas.com
Directora Científica del Master Universitario de Trabajo Social Sanitario. Estudios de Ciencias de la Salud. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Profesora asociada del Grado de Trabajo Social. Universidad de Barcelona (UB). Directora de la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar.
La prevención de la desigualdad digital para evitar nuevas exclusiones
martes, 26 de enero de 2021
La pandemia COVID-19 ha eclosionado numerosas circunstancias en las que se ha hecho presente y necesario lo digital, lo virtual, lo online, el teletrabajo. Esta nueva ventana ha permitido numerosas actividades y prestación de servicios que de otro modo habrían quedado en la catapulta. Pero de igual modo que para encender la luz de la casa se necesita primero la casa, para desarrollar actividades en formato digital se necesita primero una conexión de calidad a la red Internet y disponer de los accesorios y dispositivos que la posibilitan. El argumento es una perogrullada sí, pero las nuevas formas de exclusión son un hecho tangible. Quien escribe desconoce si hay datos cuantitativos al respecto, hoy no los ha encontrado, pero lo cualitativo late en el día a día. Ello esta es una investigación pendiente.
Aunque en diferentes grados, estos meses, todas las generaciones se han visto abrumadas por las interrupciones y desviaciones de su vivir. El existir diario tal como se lo conocía, tal como era, adelgaza y el entorno comunitario y social, la seguridad que daba el Estado de Bienestar también. Surgirán nuevos modelos, pero quién sabe si incrementarán el bienestar o, por el contrario, lo destruirán con algoritmos y elucubraciones de inexpertos con muy buen concepto de sí mismos.
El análisis de los hechos y de los factores que los acompañan, su interpretación, necesitan miradas entrenadas capaces de contextualizar las realidades y establecer los diagnósticos. Este poso científico y estratégico permite la planificación inteligente que en su contenido previene los errores garrafales de cálculo que se puedan cometer. Algunos habrá, pero serán los mínimos. Al menos, no se intentará poner los bueyes delante del carro, cosa que ocurre cuando se cae en el amiguismo y se cultiva el esperpento pseudocientífico. La mediocridad es indulgente con la mediocridad.
Es un hecho que en estos meses han surgido numerosas y nuevas oportunidades, pero también lo es que muchos colectivos no se pueden beneficiar de ellas por la falta de los medios básicos que supone el acceso a Internet. Ello se ha traducido en desigualdad y exclusión, que quedan escondidas bajo la sofocante emergencia sanitaria y el anonimato. Los equipos que estudian el presente son necesarios para superar este ovillo de despropósitos y complejidades causadas por confundir conocimientos con opinión. Deben crearse equipos interdisciplinares para que más allá de identificar las dificultades individuales que se tornan colectivas y proponer soluciones individuales que podrán ser colectivas, traspasen los límites de la rigidez mental actual y se abran a nuevos mundos, creen nuevos universos, con el objetivo de superar el bloqueo que supone para muchos la exclusión digital.
El día a día de una parte importante de la ciudadanía se ha convertido en un rosario de incertidumbres, miedos, desmotivaciones, dificultades que no encuentran el cauce por causa de la exclusión digital. Faltan iniciativas en todos los ámbitos para subsanar la falta de acceso a lo virtual y faltan iniciativas que recuerden que la vida no se limita a lo online. Son muchos los retos que esta pandemia pone delante de los profesionales y de la ciudadanía, pero los profesionales debemos idear iniciativas que eliminen las nuevas exclusiones. La pregunta es ¿cómo recuperar la confianza en el sistema de quienes han sentido en primera persona la tiranía de la exclusión digital?
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