Bailando con lobos

Todos recordamos aquella magnífica película en la que Kevin Costner abordaba las dificultades de su misión, incluso la desconcertante "danza" del salvaje hermano lobo, con valor, humor y hasta ternura. 

Sin duda, a todos nos tocará bailar con nuestros "lobos" (problemas) particulares y generales a lo largo de los próximos meses pero no podemos estrenar un nuevo año calificándolo de "horribilis", como hacen algunos, antes de que haya demostrado sus intenciones.

Mi propósito es echar a andar por 2016 sin perder la ilusión por hacer, por avanzar desde mi humilde posición.

De acuerdo en que el paisaje está lleno de "lobos", pero creo que con cabeza y corazón es posible cambiarlo. 

Resulta curioso que nos marquemos un día, el 1 de enero, para fijarnos metas, tal vez demasiado altas, o darnos por enésima vez la oportunidad de empezar de nuevo, conscientes de que lo del tiempo es relativo... Pero la tradición funciona: el calendario manda, y los propósitos nos hacen sentirnos mejor porque en el fondo significan que hemos dado pasos al frente. 

Pues fiel a esta cita en la que reconstruimos nuestro pequeño futuro, he decidido CUIDARME en todos los aspectos. ¡Ni más, ni menos!

Quiero permanecer fuerte para bailar con los "lobos malos" de la vida, que no tienen nada que ver con los que corren por los montes. 

Al menos, trato de empezar el año con ánimo, como Soledad de Lis que, a sus 95 otoños, ha escogido reponer energías en la Riviera Maya y ver cumplido así el sueño de bañarse otra vez con los delfines, en aquél lugar paradisíaco que conoció el invierno pasado.

¿Quién dijo miedo?