La hermana mayor
Como tantas cosas en esta vida, lo de tener una hermana mayor tenía sus ventajas y sus desventajas. Por ejemplo, compartir, lo que se dice compartir, compartíamos pocas cosas: la familia, claro, alguna partida al parchís, la oca o el cinquillo los domingos por la tardes y casi todos sus libros de texto, que fui heredando durante todo el bachillerato. De lo demás, nada, ni siquiera el colegio porque, como era habitual entonces, ella iba a uno de chicas y yo a uno de chicos.
Por supuesto, tampoco compartíamos juegos y amigos. A la hora de salir a jugar, ella se iba con sus amigas a saltar a la comba, a la goma, a jugar al diábolo o a la rayuela, mientras yo prefería jugar al futbolín, a las chapas, al tacón o a la peonza. Por supuesto, de tebeos ni hablamos: a mí me encantaban las aventuras del «Capitán Trueno», el «Jabato» y «Hazañas bélicas», y a ella las de «Florita», «Azucena» y «Mary Noticias. Y ni que decir tiene que en películas también teníamos nuestras discrepancias; o sea, si yo no me perdía una de Joselito, ella enloquecía con las de Marisol, hasta el punto de que no había momento del día en que no la escuchara entonar «La vida es una tómbola», «Chiquitina», «Ola, ola, ola» o «Corre, corre, caballito», lo que a veces me hizo pensar que con Marisol más que «un ángel», lo que había llegado era «un demonio». En realidad, por no compartir, no compartíamos ni mara de chicle. Sí, como lo digo: ella era de Bazooka de fresa y yo de Cosmos de regaliz. ¿Qué, a que es alucinante?
A medida que fue pasando el tiempo y ella se instaló en la adolescencia y yo aún no había traspasado la frontera de la infancia, esta «disparidad de criterios» no solo se mantuvo, sino que incluso se fue agrandando. Si ir más lejos, en cine, a me seguían gustando las películas de Joselito y, sobre todo, las de «indios y vaqueros», mientras a ella le apasionaban las de Rocío Dúrcal y Pili y Mili. En música, ella no dejaba de escuchar a Juan y Júnior, y yo a Los Canarios, y de ahí pasó a ser fan incondicional de Adamo y yo de los Rollings. También en cuestiones de lectura, el distanciamiento era elocuente. Después de abandonar la pasión por los tebeos, me hice seguidor de las novelas de aventuras, como «Miguel Strogoff», «Ivanhoe» o «Los hijos del capital Grant», mientras ella prefería «Mujercitas» o «Historia de dos ciudades», pero sobre todo le encantaban aquellas románticas fotonovelas que tan de moda se pusieron en los 70.
Bueno, y para no dar mucho más la lata con todas estas cosas algo personales, que harían esto terminable, solo apuntar que hasta en cuestión de zapatos parecíamos el Gobierno y la oposición. Es decir, a mí no había quien me convenciera de tener otros zapatos que no fueran Gorila, mientas a ella empezaron a gustarle los «Castellanos»; sí, esos zapatos para «pijos», según la rumorología de la época, que causaron sensación entre los jóvenes a los que les gustaban vestir bien y comportarse mejor.
Y a modo de epílogo, solo decir que lo de tener una «hermana mayor» sí me sirvió, y mucho, para estar informado de cosas que quizá a mí podrían pasarme cuando tuviera su edad y fuera un joven hecho y derecho, con lo cual ya iría con una importante documentación previa. Por ejemplo, gracias a ella supe que en mi casa, cuando se salía con los amigos, había que estar a las «10 en casa»; que las faldas no podían llevarse por encima de la rodilla -esto ya no sé si me incumbiría a mí-; que nada de novios de los que no se tuvieran referencias; que era necesario aprender a escribir a máquina y también a hacer unas transcripciones raras que parecían jeroglíficos egipcios que por lo visto se llamaban «taquigrafía»; que a su edad los jóvenes se divertían en unas reuniones que atendían al nombre de «guateques», en las que se ponía música y se bailaba mucho -separado, claro- y se bebía poco, no fuera a ser que luego se despistara la hora y se llegara a casa pasadas las 10 y además, «piripi», lo cual conllevaba un castigo de «arresto domiciliario» indefinido.
Texto: José Molina
Foto: Carlos Rodríguez Zapata / Archivo Regional de la Comunidad de Madrid
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