«Spain is different», ¿o no?
La verdad es que ya desde bien entrada la posguerra las autoridades competentes no dejaron de invadir al personal con campañas institucionales que o bien animaban a mantener limpio el país, aliviar el nivel de ruido o conducir mejor, o bien invitaban a ciudadanos de allende los Pirineos a que nos visitaran porque, sencillamente, España «es diferente».
Así, desde el «Visit Spain» de los años 40 y 50 -conviene, no obstante, aclarar que este lema ya lo utilizó entre 1928 y 1931 el entonces Patronato Nacional de Turismo- no dejaron de sucederse eslóganes con recomendaciones, sugerencias y promociones que alcanzaron una enorme popularidad. De todos ellos, es posible que el «Spain is different» que, en 1962, puso en marcha el Ministerio de Información y Turismo fuese el que más repercusión tuvo, quizá porque hay que reconocer que era el que mejor definía cómo era realmente nuestro país. O sea, ni peor ni mejor que los demás, sino diferente, que en buena medida era lo que pretendía «vender» de puertas afuera el Ministerio, a instancias de su mentor, el impertérrito Manuel Fraga, al frente del mismo desde 1962 a 1969.
Desde luego, impacto sí que causó aquella campaña de «lifting» institucional, ya que en buena medida sirvió para cambiar la imagen que los extranjeros tenían de nuestro país, aunque lo que ya es más difícil certificar es si, cuando nos visitaban, volvían o no a recuperar la percepción que tenían del mismo antes de su visita. En todo caso, lo de animarse a venir, ya fuéramos diferentes o no, sí que causó efecto, como bien puede comprobarse simplemente echando una ojeada a cifras y estadísticas turísticas de épocas pasadas y presentes.
Dicho todo esto, resulta harto curioso cómo este lema de «Spain is different» lanzado a bombo y platillo a partir de 1962 logró tal efecto popular y mediático, algo que no se había conseguido apenas unos años antes. Porque conviene recordar que esto mismo decía la publicidad sobre nuestro país ya a finales de los años 40 y principios de los 50, aunque con una pequeña, pero quién sabe si grande, salvedad: entonces la palabra «different», que es el quid de la cuestión, iba entrecomillada, lo que tal vez denotaba una cierta ironía en la frase, ¿o estoy desvariando mucho? ¡Y es que a veces en los pequeños matices está el meollo del problema!
Foto: Carteles de la campaña, de izquierda a derecha, de 1949, 1959 y 1962.
José Molina
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