Cuando existía el carrito de los helados

Cuando existía el carrito de los helados

Como para todos los niños de ahora, nuestro plato preferido también eran los macarrones con salsa de tomate, las patatas fritas y los huevos fritos. Y como todas las madres, las nuestras intentaban que comiéramos verduras, sobre todo acelgas, espinacas y judías verdes.

Lo que nos hacía mucho tilín eran los helados, que se compraban al corte, con una hoja de barquillo por cada lado. A la salida del colegio encontrábamos a veces a un señor que empujaba un carrito con un toldo. Se apostaba en la puerta, y le solíamos comprar polos, que eran una mezcla de agua, azúcar y colorante que teñía la lengua.

Los carritos de helados eran una gran atracción para los niños porque además, nunca se sabía dónde podía encontrarse uno. No había muchos sabores, así que llevaban dos o tres depósitos, que se tapaban con una semiesfera de metal.

Comíamos yogur Danone, que era caro y venía en frasco de cristal, que había que devolver, como todos los envases de cristal, como el de la gaseosa La Casera, que nos encantaba pero que era un capricho. Para la gente moderna y para los niños golosos estaba la leche condensada La Lechera, que se anunciaba como «alimento indispensable para la nutrición de los niños». En la panadería, el pan se pesaba. Había quien compraba solo media hogaza o un cuarto. Se podía comprar también una onza de chocolate para la merienda, con el panecillo. Ese chocolate se vendía también a granel...

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