¿Necesita usted una buena enciclopedia?

¿Necesita usted una buena enciclopedia?

No había hogar español que se preciara en el que no hubiera, en el mueble grande del salón, una completa enciclopedia. Lo de menos era de qué; o sea, que lo mismo podía ser de consulta general, de historia del mundo, de historia del arte, de fauna, de fotografía, del automóvil o de grandes compositores clásicos.

Lo importante es que tuviera a ser posible unos diez volúmenes y que el color de la encuadernación fuera a juego con el resto de los muebles del salón. Solo de ese modo, cuando iba a casa alguna visita, podía presumirse del nivel cultural de la familia. Otra cosa era, desde luego, que la enciclopedia en cuestión se leyera o simplemente se consultara, que eso era ya harina de otro costal. De hecho, siempre había tomos que no se habían abierto nunca, ni siquiera por curiosidad.

Eso demostraba fehacientemente que la excusa para comprarla, que normalmente solía ser la de "al niño le va a venir muy bien para estudiar", no solía ajustarse a la realidad. Sobre todo cuando el niño tenía solo tres años a la hora de comprar la enciclopedia y, cuando fuese a utilizarla, si es que algún día la utilizaba, ya estaba completamente desfasada.

¡Pero qué más daba! Al fin y al cabo lucía mucho y se pagaba fácilmente, con una cuota mensual que no era demasiado alta. Bueno, alta desde luego no parecía la mensualidad, salvo si tenía en cuanta que la dichosa enciclopedia se abonaba toda la vida, así que tan económica no resolutaba. Y eso se sabía, por supuesto, pero es que el vendedor a domicilio que había ido a casa para ofrecerla era tan convincente, y lo ponía todo tan bonito, que resultaba difícil resistirse a semejante "joya cultural".

Tampoco había que dudarlo demasiado. Era sacar su amplio catálogo de enciclopedias, todas ellas tan relucientes y bonitas, que la decisión se tomaba en un santiamén, con la misma facilidad con la que se compraba un litro de leche, una barra de pan o mitad de cuarto de fideos cabello de ángel. ¡Y el punto cultural que le daba a la casa! Eso sí que no tenía precio, aunque hubiera que estar toda la vida arrastrando las cuotas de la preciosa enciclopedia.

 

[José Molina]

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Comentarios (4)

Robla
09 abril 2015 11:13
De la docena de enciclopedias que poseo, los 24 tomos del atlas geográfica de National apenas hay variaciones al actual, igual ocurre con la historia de la musica clásica con sus cd, lo mismo con la de la pintura, ídem con la de pensadores, novelas clásicas, etc. No ocurre con lo mismo con todos los aparatos electrónicos confirmativos con tecnologías punteras de máximo consumo e ínfimo aprovechamiento .
Joseantonio
07 abril 2015 19:41
¿Eso es todo? Se podían haber ahorrado el esfuerzo de escribir ese artículo, que responde a una realidad parcial de la sociedad y no aporta información alguna al lector interesado en el tema. Pena de tiempo perdido
Antonio de las Sías y Capa
07 abril 2015 19:14
No sé de donde se saca ese Sr. José Molina esas opiniones. Es libre de hacerlo, pero falsea la realidad. Los que teníamos una enciclopedia era por nuestra afán de saber y consultar. Allá él con lo que hacían en su casa.
José Luis
07 abril 2015 12:22
Esnobismo era aquello, ¿no?. Actualmente sigue existiendo, si bien trasladado a otros elementos más actuales. Ordenador, libro electrónico, tablet, etc

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