La canción del verano

No sé muy bien cuándo fue la última vez que podría decirse que «oficialmente» se decidió que un tema fuera declarado «canción del verano». Porque canciones que han sonado mucho durante la época estival las ha habido, y muchas, pero creo que ninguna ha merecido tan loable calificativo. Tal vez también porque lo de «canción del verano» parece que hace ya largo tiempo que pasó a mejor vida, o simplemente a otra vida.

Con esas, quizás King África y su explosiva «Bomba», allá por el año 2000, puede ser considerado «el último mohicano», como el título de la película de Daniel Day-Lewis, siempre con permiso de Georgie Dann (1994) y su incombustible «La barbacoa», que continúa siendo extraoficialmente canción de todos los veranos en cualquier pueblo que se precie, posiblemente en la misma medida que «Paquito el chocolatero», que no es que sea o deje de ser canción del verano, sino que es simple y llanamente «la canción».

Dicho todo esto, lo que es evidente es que todas estas disquisiciones de última hora no desmerecen para nada aquella emotiva y feroz lucha musical que había, especialmente en los años 60 y 70, por alcanzar la «champions» de la canción que más sonaba durante el sofoco veraniego. Y en esas, cómo no acordarse de la «Chica yeyé» (Conchita Velasco, 1965), «Black is Black» (Los Bravos, 1966), «Tres cosas» (Cristina y los Stop, 1967), «Limón limonero» (Henry Stephen, 1968), «María Isabel« (Los Payos, 1969) y, por supuesto, la culminación de todas las canciones del verano: «Un rayo de sol» (Los Diablos, 1970), «La felicidad» (Palito Ortega, 1971), «Vacaciones de verano» (1972) y «Eva María» (1973), con las que Fórmula V repetía título.

Desde luego, todo un catálogo de «inolvidables» canciones, al menos desde el punto de vista emocional, que de vez en cuando nos resultan agradables de recordar, aunque solo sea para no borrar de un plumazo pequeñas cosas que nos ayudaban a engordar nuestra «felicidad», ¿a que sí, Palito?

José Molina