«El Caso», semanario de sucesos
Desconozco el índice de criminalidad que había en España allá por los años 50 y 60 comparado, claro está, con el que existe hoy día. El dato no es que tenga demasiada relevancia, así que no voy a molestar a mis fuentes de información para que lo averigüen, pero de lo que no cabe duda es de que, en aquella época, cuando se producía un grave suceso, como el de un crimen pasional, su repercusión era de aquí de espero.
De ello se encargaba bien el periódico «El Caso», que como hacía constar en su portada, para que no hubiera duda de ello, era un «semanario de sucesos». Fundado en 1952 por Eugenio Suárez, tardó poco en ser un «superventas». De hecho, de la tirada inicial, que fue de apenas 11.500 ejemplares, en apenas dos años pasó a más de 100.000. Y de ahí, por ejemplo, a los 400.000 ejemplares vendidos de la edición especial sobre los crímenes de Jarabo, una cifra que ningún otro medio escrito había alcanzado hasta entonces.
Lo de Jarabo, un famoso criminal español de la época que en solo tres días de julio de 1958 asesinó a cuatro personas, fue sin duda uno de los sucesos que más conmocionaron al país en mucho tiempo y, por supuesto, «El Caso» se encargó bien de airearlo a bombo y platillo. En realidad, como todos los asesinatos que se producían entonces, de los que no dejaba pasar ni uno solo, ya fueran de corto o de largo alcance, y además con un despliegue periodístico de tal calibre, que hacía que todo el mundo estuviera ansioso por leer el suceso que aparecía en portada esa semana, hasta el punto de que acabó conociéndose como «el diario de las porteras».
Claro que para todo ello más que con una redacción al uso, «El Caso» contaba con unos redactores que parecían sacados de un auténtico equipo de investigación, que a veces incluso empleaban métodos policiales en la búsqueda y rastreo de pistas sobre un crimen. Entre esos intrépidos periodistas con los que contaba en nómina el semanario destacaban, sobre todo, Enrique Rubio, todo un experto en sucesos, fueran de la naturaleza que fueran, desde crímenes a timos, y que luego desarrolló una existosa carrera periodística en prensa, radio y televisión; y, cómo no, Margarita Landi, siempre son su inseparable pipa y un revólver, que alcanzó una enorme popularidad, y a la que habrá que dedicarle un monográfico en otro momento.
Con aquellos métodos detectivescos, para los que sus periodistas contaban con más ingenio que medios, «El Caso» llegó a tener un archivo tan completo, que hasta en ocasiones la policía llamaba a la redacción solicitando ayuda en la investigación de un suceso. Por desgracia, con el cierre definitivo de su cabecera, en 1997, el archivo desapareció y nunca más se supo de él. Una verdadera lástima porque, como afirma el escritor Juan Goytisolo, el semanario fue «una fuente de información fidedigna sobre la evolución social y cultural de los españoles».
José Mollina
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