El cine según Alfonso Sánchez

Desde que, en 1959, hizo su primera aparición en televisión, y hasta su despedida de la pequeña pantalla, allá por 1979, este licenciado en Derecho, que tardó poco en sustituir enredos legislativos por tareas periodísticas, fue como nuestro «guía espiritual» en materia cinematográfica, es decir, nuestro indiscutible «crítico de cine».

Y es que Alfonso Sánchez, como nadie antes y pocos después, conseguía explicarnos con palabras precisas y valoraciones objetivas, sin disquisiciones, líos de compleja comprensión o gustos personales, cuáles eran las razones por las que debíamos ir o no a ver una película que acababa de estrenarse.

Es decir, era capaz de contarnos con absoluto convencimiento de qué iba el filme en cuestión, en qué género podía catalogarse y cuáles eran sus principales atractivos o los desmerecimientos que la hacían poco recomendable. El resultado de su acertado análisis es que no recuerdo a crítico de cine alguno que haya explicado con mayor claridad y precisión cómo era una película de Alfred Hitchcock, de William Wyler, de John Huston, de García Berlanga, de Juan Antonio Dardem o de Pedro Lazaga, lo que a muchos nos sirvió de meritoriaje para que los filmes de estos y de otros muchos directores cada vez nos fueran interesando más.

El resultado es que a medida que se sucedían sus apariciones en programas televisivos como «Punto de vista», «En Antena», «Panorama de Actualidad», «Buenas Tardes» o «Revista de Cine» -todo ello sin contar con sus colaboraciones en diarios como «La Hoja del Lunes», «Informaciones» o «ABC», y en revistas de cine como «Primer Plano» y «Cámara»- la popularidad de Alfonso Sánchez fue creciendo como la espuma; a lo cual contribuía sobremanera su peculiar forma de gesticular con las manos y su personalísima manera de hablar, lo que también fue fácil argumento para alimentar tantas parodias e imitaciones, que incluso hoy día continúan recordándose de tarde en tarde. Bueno, dejando siempre constancia de que, en realidad, fuera como fuera y dijera lo que dijera, Alfonso Sánchez fue un personaje inimitable.

José Molina