«Los chicos» (1959), de Marco Ferreri

El cineasta milanés Marco Ferreri aterrizó en España como comercial de una versión italiana del famoso Cinemascope y, durante el poco tiempo que estuvo en nuestro país, acabó dirigiendo «El pisito» (1958), su «opera prima», y también la primera película de una trilogía que  completó con «Los chicos» (1959) y «El cochecito» (1969). Las tres sirvieron, además, para introducir en nuestro cine una especie de «neorrealismo» a la española, algo que solo alguna película aislada, como «Surcos» (1951), de José Antonio Nieves Conde, había intentado hasta entonces.

De los tres filmes «made in Spain» de Ferreri es probable que muchos hayan visto, conozcan o al menos les suene «El pisito» y «El cochecito», dos comedias agridulces con guión del impagable Rafael Azcona, que forman parte de la historia más brillante del cine español. «Los chicos», sin embargo, su película más original e insólita de aquella época, apenas si es conocida, quizá también porque fue un rotundo fracaso de taquilla, en buena parte por la presión que ejerció sobre ella la censura de la época.

Sorprende, desde luego, que no obtuviera el reconocimiento que merecía este retrato amargo, pero también lleno de ternura, de cuatro adolescentes que solo desean divertirse, aunque la realidad los obliga a enfrentarse con los problemas del mundo de los adultos. «La película -como explicaba el catedrático y cineasta Luis Deltell en una conferencia en Lille- narra la historia de cuatro chicos madrileños que viven y trabajan en una de las mejores zonas de la ciudad, el barrio de Salamanca. No se trata como la crítica ha dicho de los arrabales de la urbe, sino del cruce de la calle Alcalá y calle Goya, un distrito elegante y caro que ya entonces era habitado por clase media alta. Tres de los cuatro jóvenes trabajan: como quiosquero ("el Chispas"), mecánico ("el Negro") y conserje de un hotel (Andrés); el cuarto, Carlos, es un estudiante y su familia pertenece, con dificultad, a la clase media».

Con guión del propio Ferreri y de Leonardo Marín, la película traza un relato crudo de la vida cotidiana de estos cuatro chicos en la frontera de la madurez y, como bien apuntaba Deltell, realiza un retrato realista del Madrid de los años 50. Seguro que muchos de los que en aquella época tenían 16 años se sentirán identificados con ellos o, al menos, entenderán muy bien sus sueños y sus miserias, sus ilusiones e ideales, sus conflictos diarios y su falta de horizontes. Una película obligada para jóvenes de aquella generación y, más aún, para eruditos, estudiosos y aficionados al cine.

PD

«Los chicos», curiosamente, se estrenó poco antes de «Los golfos», la «opera prima» de Carlos Saura que también aborda el tema de la juventud, pero desde el punto de vista de la marginalidad y los bajos fondos.

José Molina