«Plinio», policía de andar por casa

«Plinio», policía de andar por casa

Había costado pero, por fin, después de tantas series «policíacas» «made in USA», en febrero de 1972 comenzó a emitirse en TVE una «made in Spain» protagonizada por un intuitivo e inteligente policía al que no había caso que se le resistiese. El agente en cuestión era D. Manuel González, alias «Plinio», nada menos que el jefe de la Policía Municipal de Tomelloso, una localidad manchega, en concreto de Ciudad Real, aparentemente tranquila, pero en la que no paraban de sucederse delitos y casos criminales, como si aquello casi fuese una sucursal del Bronx.

Ataviado con su guerrera azul, su gorra de plato, el revólver bien ajustado en su parte derecha y casi siempre con un cigarrillo en la boca, a Plinio, al que daba vida el «insigne» Antonio Casal, no se le escapaba una. Conocía el lugar como la palma de su mano y, además, contaba siempre con su «pálpito» y con la inestimable ayuda de su Watson particular, o sea, el sagaz Don Lotario, el veterinario del pueblo, que encarnaba Alfonso del Real, otro de los grandes actores españoles de la época, y toda una retahíla de personajes locales, como el cabo Maleza (Antonio Gamero) y La Rocío, la buñolera (María Isbert). Y poco más hacía falta para, tarde o temprano, acabar atrapando al criminal o al delincuente y meterlos entre rejas, que con la policía de Tomelloso no se juega.

Adaptación de una serie de relatos de Francisco García Pavón, natural de Tomelloso, por cierto, publicadas en los años 50 y 60, de «Plinio», por desgracia, solo se emitieron ocho capítulos, algo que seguramente agradeció buena parte de la crítica de la época, que recibió la serie con pocos aspavientos, y que lamentaron muchos espectadores de entonces, entre los que yo me cuento, que seguíamos con verdadero interés las intrigas policíacas en las que se veían envueltos Plinio, Don Lotario y compañía, a las que no les faltaban bastante aderezo costumbrista y mucho sentido del humor.

Dirigida por Antonio Giménez Rico, lo que garantizaba la calidad de la serie, y con guión suyo y de José Luis Garci, entonces ya prolífico guionista y prometedor director en ciernes, «Plinio» se rodó en color, toda una novedad en la televisión española de la época, y, a pesar de sus escasos ocho capítulos, sirvió para demostrar que, cuando nos poníamos, también éramos capaces de hacer buenas series. ¡Ahora, eso sí, ponerse había que ponerse!

José Molina

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