Productos de apoyo: ayudas técnicas a la movilidad y deambulación I
Las ayudas técnicas son una serie de aparatos y dispositivos cuyo objetivo es aumentar o mantener la autonomía de las personas con discapacidad en la realización de las actividades de la vida diaria, así como proporcionar un punto de apoyo que ayude a conservar o mejorar la calidad de vida del paciente y al mismo tiempo reducir el nivel de carga y trabajo al cuidador.
Aspectos a tener en cuenta
Las ayudas técnicas existentes para la movilidad y la deambulación son muy diversas, por lo que a la hora de elegir la apropiada nos va a suponer más un inconveniente que una ventaja, pues las necesidades, déficits y patologías de cada paciente son, por el contrario, muy definidas y específicas. Así pues, ¿qué hay que hacer para evitar comprar la equivocada? ¿Cómo podemos saber si nuestra elección es la más correcta y precisa? La respuesta es obvia. En el campo de la deambulación y movilidad va a ser necesario que sea un profesional sanitario quien apruebe o recete qué dispositivos y accesorios son los más idóneos para un único paciente, pues si no lo hacemos así, nos arriesgamos a que, al usarla, se provoque un daño (irreversible o no) en la persona que la utilice. Y esto no es lo único. Tampoco podemos pasar por alto la arquitectura del domicilio y del entorno social de la persona con discapacidad, ya que en algunos casos será necesario que los profesionales sanitarios también realicen una valoración y adaptación de estos para que no sean un obstáculo a la hora de utilizar dichas ayudas técnicas, especialmente cuando se trate de aparatos de deambulación como las sillas de ruedas, los andadores o las muletas, entre otros.
También repetiremos tantas veces como sea necesario la importancia de conocer bien a la persona con la que vamos a trabajar, pues es imprescindible que el paciente acepte usar las ayudas técnicas y establezca los límites personales de forma muy clara y precisa, ya que nos vamos a encontrar que en la mayoría de los casos no todos acceden a utilizarlas por prejuicios o porque no se hagan a ellas. En estos casos es imprescindible que haya una enseñanza previa tanto para el paciente como para los cuidadores, pues en el caso del primero, este debe conocer cómo manejar el dispositivo y cómo mantenerlo en buenas condiciones, y en el caso de los segundos, los cuidadores, deben saber, además de manipularlo, cómo limpiarlo, cómo demorar su deterioro, y qué hacer en caso de avería, lo cual nos va a traer como consecuencia que la ayuda técnica requiera un seguimiento profesional que corrobore que esta funcione correctamente, o, por el contrario, necesite una modificación o un cambio por otra.
Además de esto, es importante ser consciente de que siempre ha de haber un objetivo real que busque la mejora o la adaptación de la persona con discapacidad ante una situación auténtica de dificultad, que hace falta constatar tanto por el paciente como por nosotros mismos y por los profesionales sanitarios. No es usar la ayuda técnica por usarla, y menos en este caso, ya que el abuso de las ayudas técnicas para la deambulación y movilidad puede provocar que el deterioro del paciente se acelere. Por poner un caso, si nosotros trabajamos con un paciente que necesita una silla de ruedas para desplazarse, pero puede caminar tramos cortos sobre superficies lisas (por ejemplo, un pasillo del hogar), deberemos hacer (en la medida de lo posible) que en dichos espacios no la utilice, sino todo lo contrario, que camine todo lo que pueda, pues nunca podemos olvidar que por encima de todo nuestro objetivo como cuidadores es que nuestro paciente intente mantener la mayor autonomía posible. De lo contrario, no estaremos ayudándolo, sino al revés. Y las ayudas técnicas entonces no van a suponer una ayuda, sino un perjuicio para el paciente.
Por último, pero no por eso menos importante, no podemos olvidar que las ayudas técnicas requieren un mantenimiento continuo, un aprendizaje de su uso, y una clara aceptación de que éste puede deteriorarse y variar durante el transcurso de la vida de la persona y según su entorno. Por eso, es importante tener en cuenta tanto los precios como la calidad, no sea que por buscar algo "barato" al final salga caro porque es de un material malo y poco resistente. Y más en este tipo de dispositivos, donde el riesgo de sufrir caídas, lesiones cutáneas, úlceras por presión, fracturas, etcétera, es muy alto. Por ello, siempre es imperante que las ayudas técnicas sean de menor costo, pero al mismo tiempo, duraderas, efectivas y aprobadas por un profesional o equipo sanitario. Y por supuesto, que a la hora de comprarlas, se sigan todas las instrucciones y recomendaciones al pie de la letra.
Ayudas técnicas para la movilidad y la deambulación
A continuación, vamos a exponer algunas de las ayudas técnicas más frecuentes. No obstante, también debemos mencionar que junto con las ayudas técnicas, también es recomendable que haya una adaptación de la vivienda a nivel arquitectónico. Siempre y cuando, naturalmente, esté al alcance de los recursos económicos y sociales del paciente y/o de sus familiares.
1) Aparatos para la movilidad
Las ayudas técnicas existentes para la movilidad están creadas para cumplir dos objetivos principales. El primero, que el paciente pueda mantener una determinada autonomía para colaborar y sufrir menos episodios de trastornos físicos posibles durante los traslados. Y el segundo, que el/la cuidador/a tenga una menor carga de trabajo para así evitar riesgos de lesión o de fatiga.
De entre todos los dispositivos, estos son los más comunes:
a. Disco giratorio
El uso de esta ayuda técnica está bastante extendido por su facilidad para ser transportado, por su ligereza y por su tamaño, ya que suele fabricarse con plástico de alta resistencia y esto hace que pueda ser utilizado en cualquier individuo sin importar su peso.
Se caracteriza porque facilita el giro de los pacientes en pie de una forma suave y estable, por lo que es apropiado y cómodo para hacer transferencias tanto en la cama como en el coche. O incluso en cualquier silla. Además de esto, sirve también para ejercitar la cintura y ganar flexibilidad, y está pensado para personas que tienen movilidad reducida, pero al mismo tiempo con suficiente fuerza como para ponerse en pie durante unos minutos.
b. Tablas de transferencia
Esta es otra de las ayudas técnicas más comunes para la movilidad de los pacientes que van en silla de ruedas y mantienen el equilibrio a la altura del tronco. Se trata de unos tableros rígidos o semirrígidos que permiten la transferencia de personas que permanecen sentados y que no tienen apenas posibilidad alguna de ser levantados o puestos en pie. El traslado puede ser de la cama a la silla de ruedas, de una camilla a una cama, o de una silla de ruedas a un coche. Eso sí, solo se puede realizar si estos espacios tienen una altura similar.
En cuanto a los modelos existentes, hay mucha diversidad en cuanto a tamaños, tipos y que sean plegables o no, pues incluso uno mismo puede crear una tabla de transferencia casera. Normalmente se suelen fabricar de madera o de plástico, teniendo además una parte deslizante para facilitar el movimiento, y la otra antideslizante para así impedir que el paciente se resbale. Y no solamente esto. Existen modelos que pueden usarse conjuntamente con sábanas deslizantes que favorecen la reducción de la fricción entre el usuario y la tabla, evitando de esta forma los pellizcos. Incluso hay otros tipos de tablas que cuentan con muescas o huecos para que esta pueda fijarse en el apoyabrazos de la silla de ruedas (las llamadas tablas de transferencia "snake"), y algunos ejemplares que incorporan además un disco giratorio que se desplaza a lo largo de la tabla de transferencia, disminuyendo así la fuerza de empuje y los giros de tronco.
Entonces, en este sentido, y debido a esta gran variedad, es recomendable que antes de comprar una tabla de transferencia se haga una evaluación primeriza de las necesidades del paciente, su nivel de autonomía, y su disposición para el aprendizaje que requiere para su uso, así como el propio aprendizaje del cuidador para saber cómo utilizarla y cómo evitar su deterioro. Y por supuesto, todo bajo supervisión profesional.
c. Grúas
Esta ayuda técnica suele ser el último recurso usado para la transferencia de pacientes con movilidad prácticamente nula. Sin embargo, no es un dispositivo que esté al alcance de cualquiera, pues además de su alto coste económico, la grúa requiere un aprendizaje y una experiencia previa de su uso, pues una mala ejecución de esta puede ocasionar daños físicos tanto en la persona con discapacidad como en el/la cuidador/a. Por lo tanto, se recomienda antes que haya un entrenamiento de su praxis por parte de la familia y del/ la cuidador/a de la persona que lo va a utilizar, así como un asesoramiento sanitario profesional.
Y esto no es lo único. A rasgos generales existen actualmente dos tipos de grúa: manual y eléctrica. Pero incluso dentro del abanico de posibilidades existen también algunos modelos híbridos, es decir, una parte manual y otra eléctrica. Y si lo miramos desde el punto de vista de las características, encontramos que existen algunas grúas que pueden además poner al paciente en bipedestación, sentado o tumbado.
Por ello, la selección de una u otra va a estar muy condicionada por las necesidades y características del propio paciente. En este sentido, no podemos hablar de buscar lo más barato, pues anteriormente a su compra se ha de haber tenido muy en cuenta tanto el espacio donde se va a trabajar, así como las características físicas del paciente, especialmente su peso, pues no todas las grúas tienen la misma capacidad de aguante, y por eso no es lo mismo una manual que una eléctrica, ya que normalmente las eléctricas están mejor equipadas para sostener a pacientes con un peso muy elevado.
Y junto con la grúa tenemos también el arnés. Los modelos más actuales, además de ser muy resistentes para cualquier peso y tamaño, suelen ir marcados con colores que facilitan su colocación en el paciente y en la grúa. Los más antiguos no. Pero aun así, y sea el modelo que sea, es importante haber realizado antes un entrenamiento de cómo ponerlos, pues la mayoría de los accidentes relacionados con la grúa han sido causados por una mala colocación del arnés o porque este se encontrase deteriorado. Por lo tanto, antes de usarlos, hay que saber cómo ponerlos, además de asegurarse que estén en buen estado y que soportarán sin ningún problema a la persona con la que vamos a trabajar.
Por último, mencionar que además de facilitar los traslados de un paciente, la grúa también sirve para reducir los episodios de úlceras por presión en pacientes encamados o con una movilidad nula, y para poner a una persona en bipedestación, consiguiendo así que haya una mejor circulación sanguínea y, al mismo tiempo, que el paciente cambie de postura y se mueva. Eso sí, como ya hemos mencionado anteriormente, todo bajo una supervisión profesional sanitaria.
[Sigue leyendo: Productos de apoyo: ayudas técnicas a la movilidad y deambulación II]
Salvador Alexander
Terapeuta ocupacional y actor
BIBLIOGRAFÍA:
-Apuntes de Ayudas Técnicas Ortoprotésicas. Carmen Cipriano Crespo (2008). Universidad Castilla-La Mancha.
-Terapia Ocupacional en Geriatría: 15 Casos Prácticos. Begoña Polonio López, Pilar Durante Molina y Pilar Pedro Tarrés. Editorial Médica Panamericana.
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