Celos familiares

Celos familiares

La dependencia de un padre o una madre modifica, generalmente, el equilibrio familiar y la aparente armonía entre los hermanos, sobre todo cuando uno de ellos toma la iniciativa o mantiene relaciones más estrechas con el progenitor.

TESTIMONIOS:

«Mi madre, de 90 años, ya no puede vivir sola y se ha instalado en mi casa. Mi hermana y su marido no están muy conformes. Piensan que mi madre nos prefiere a nosotros y que sacaremos provecho de su generosidad. ¿Qué podemos hacer en esta situación?» Lucía

«Mi madre tiene muchos nietos y, entre ellos, desafortunadamente, sus preferidos. Uno porque va a verla con mucha frecuencia, otra porque es muy cariñosa con ella. Hablo con conocimiento de causa porque los dos son hijos míos. Siempre le he dicho a mi madre que su actitud despertaría los celos de sus demás nietos. Pero ella contestaba que, a su edad, ya no podía evitarlo. Mi hermano nunca ha llevado bien esta situación: cuando iba a visitar a nuestra madre, ella no hacía más que hablarle ¡de sus dos sobrinos! Al final, mi hermano la pagó conmigo y hace ya algún tiempo que hemos dejado de vernos. Por suerte, estas cosas no han afectado a los primos, que se llevan estupendamente entre ellos.» Margarita J.

«Como soy enfermera jubilada, mi hermano consideró que nadie mejor que yo podía cuidar de nuestros padres, ambos con problemas de dependencia. Mi madre, de 85 años, tiene problemas de corazón y mi padre, de 92, sufre Alzheimer. Mi hermano se empeñó en que siguieran viviendo en su propia casa, donde, es verdad, han sido muy felices. Pero ¿a qué precio? Él y su mujer se limitaban a hacerles la compra. Mientras que yo iba cada mañana a levantarlos, lavarlos y vestirlos. Cuando su salud se agravó aún más, mi marido y yo tuvimos que instalarnos en su casa para que no pasaran la noche solos. Hace unos meses, tomamos la decisión de llevarlos a una residencia y, como mi marido y yo vivimos en un piso de alquiler, pensamos que podríamos seguir viviendo en casa de mis padres pagando un alquiler con derecho a compra. Mi hermano se opuso acusándonos de intentar sacar provecho de la situación e insinuando que mis padres me pagaban por asistirlos, lo que es absolutamente falso. Lo peor de todo es que, encima, delante de nuestros padres, para no hacerlos sufrir, tenemos que aparentar que no pasa nada.»Juana M.

NUESTRA OPINIÓN:
La envidia es más universal que el sentido común.

Los grandes textos de la historia de la humanidad, comenzando por la Biblia, así lo cuentan. La envidia de Caín ilustra el sentimiento de quien cree que el otro, el preferido, se apropia de lo que a él le corresponde.

Y, cuando sobreviene un problema de dependencia, las injusticias y los rencores familiares que han estado latentes durante mucho tiempo se reactivan. Sin embargo, es el momento de resignarse por la pérdida de la familia ideal, de tomar conciencia del papel desempeñado por cada uno, de hacer balance (qué puedo hacer, qué es lo que hace falta...) y de decirlo. Cada cual puede contribuir de una manera: el menos capacitado para soportar las emociones fuertes puede ocuparse de la administración y de las cuentas; los hijos que viven lejos, de pagar las horas de asistencia... Es la única forma de que las cosas vayan bien.

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