Testimonios reales
Enfrentarse al silencio de un enfermo
Enfrentarse al silencio de una persona enferma es una dura prueba. El silencio suele ser el «lenguaje» con el que las personas debilitadas se excluyen de un mundo del que ya no creen formar parte.
TESTIMONIOS:
«Mi madre tiene 95 años y no habla. La comunicación entre las dos es prácticamente imposible. Me gustaría compartir con ella mis alegrías y mis preocupaciones, y saber qué piensa. Así se sentiría menos sola. Pero ¿cómo puedo lograrlo?»Simona F.
«Desde hace muchos años, trabajo con personas mayores y me he enfrentado con frecuencia a este problema. Para mí, en las relaciones con las personas mayores, hay dos elementos: por un lado, su mutismo y, por otro, mi deseo de comunicarme con ellas. No me queda más remedio que respetar su silencio, pero trato de continuar alimentando nuestra relación cuanto puedo para seguir manteniéndolas unidas a la vida. Les hablo de las cosas cotidianas y, sobre todo, de lo que yo siento. No les pregunto directamente, pero estoy atenta a sus miradas o a la posibilidad de una sonrisa, a los gestos que puedan delatar que escuchan. Como la comunicación verbal es imposible, cada vez que tengo oportunidad, la sustituyo por detalles simbólicos para demostrarles que estoy con ellos: les doy una foto, una flor... No sé si me entienden, pero continúo hablándoles con respeto como a personas en plenitud de facultades.
La ternura es fundamental. Para una persona mayor, el contacto físico es importantísimo y, para mí, una forma de comunicación válida hasta que la vida llega a su fin.»
D. A.
«Es verdad que la comunicación, cuando no es un proceso de ida y vuelta, resulta frustrante. Uno se siente desilusionado cuando no obtiene respuestas. Sin embargo, el lenguaje no es el único modo de comunicarse. También se pueden despertar las emociones del interlocutor con la simple presencia silenciosa, con una caricia, un perfume, compartiendo una comida u hojeando un álbum de fotos. Aunque una persona mayor no pueda hablar, eso no significa que deba romper completamente con el mundo que la rodea. Hay que hablarle de todos modos. Es posible que, pese a todo, nos entienda. Si la queremos, se dará cuenta de ello.»Vicenta D.
«Mi abuelo no puede hablar desde hace un año. Es como si se hubiera parapetado tras un muro de silencio que le aísla de nosotros. Siempre me he preguntado si el problema es que no puede o que no quiere comunicarse con los demás. Quizá porque me resulta menos doloroso, tiendo a pensar que se trata de lo primero... Sin embargo, a veces, cuando le acaricio la mano o escucha una canción, sus ojos brillan y, aunque el silencio sea como una losa, esa mirada nos ilusiona a los dos.»Lorenzo S.
NUESTRA OPINIÓN:
El silencio de las personas mayores es siempre un reto para quienes las rodean, tanto para el personal especializado que se ocupa de ellas como para la familia. La ternura y la comprensión son los únicos remedios, una vez que se ha intentado su tratamiento médico.
La comunicación tiene que seguir existiendo porque, pese a su incapacidad para hablar, estas personas siguen dándose cuenta del cariño que reciben de los demás.
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