Todas las familias tienen una historia

Todas las familias tienen una historia

Los lazos de parentesco perduran para siempre aunque las familias se transformen siguiendo el vaivén de la sociedad en la que están inmersas. Una fiesta familiar donde se reúnen muchos miembros puede ser una bonita excusa para reencontrarse estrechando lazos invisibles que nos unen a un mismo tronco.

Son novelas vivientes que encierran todos los avatares posibles. Cada vez que nos reunimos tenemos el placer de aprender cómo sobrevivieron a las dificultades. Cuáles fueron sus deseos y anhelos. Cómo afrontaron lo bueno y lo malo de la vida. La familia es nuestro referente y principal maestro. Según el escritor alemán Schiller (1759-1805): «La nobleza es una dignidad debida a la presunción de que nosotros haremos algo bien porque nuestros abuelos lo hicieron».

Cuando se conocen las raíces, todo parece más fácil
Se sabe que esta sensación de pertenecer da fuerza al espíritu. Por ello, conocer sus historias puede ayudarnos.

Fernando, de 45 años, se sentía cansado, con sensación de fracaso tras la pérdida de su empleo y estaba atravesando una crisis. En una reunión familiar conoció a miembros de la familia que vivían en el extranjero desde hacía muchos años, pero gracias a esta oportunidad decidieron saltar el charco y conocer a la familia en España. Le conmovió la historia de su tío, que tras haberse arruinado dos veces consiguió hacer crecer su negocio en una ciudad de México. Se sintió orgulloso de aquel hombre del que no había tenido noticias hasta ese momento y por extraño que parezca pensó que, si su tío pudo sobreponerse a las dificultades, él podría también. El dramaturgo francés Molière (1622-1973) dijo: «Podemos participar de la gloria de nuestros antepasados, en tanto que nos esforcemos en parecernos a ellos».

Joaquina (61 años) asistió a una reunión familiar muy especial. Un primo suyo decidió buscar a todos los miembros de la familia y consiguió reunir alrededor de 150, que se hallaban repartidos por varias provincias de España. A pesar de que muchos de ellos no se conocían entre sí, no dudaron en aceptar la invitación para reunirse, y gracias a esta oportunidad tuvieron la ocasión de compartir sus experiencias vitales. Joaquina observó que todos deseaban conocerse, que un murmullo de alegría los envolvía, todos mostraron deseos de compartir sus historias. Le contaron que sus tatarabuelos habían sufrido muchas penalidades, debió de ser dura la lucha para sobrevivir. Fue conmovedor escuchar aquellas historias de superación. Le hicieron sentir admiración y respeto por sus abuelos, que, a pesar de las dificultades económicas y de las numerosas pérdidas, se habían mantenido unidos, transmitiendo a las nuevas generaciones un modelo de dedicación y fortaleza. Observó cómo los descendientes de aquellos valientes tatarabuelos habían conseguido superarse a sí mismos, alcanzando un mayor nivel, tanto económico como cultural. Esta reunión le ha servido para sentirse orgullosa reafirmando su pertenencia a ese «clan».

Vuelven los sentimientos de la infancia en cada reunión familiar
Para algunos, los recuerdos infantiles son penosos. Otros por el contrario vuelven a respirar un aire conocido, de aromas y buenos recuerdos. Antonia, 65 años: «Cuando vi a mi tío, me emocionó observar que su voz y sus ojos me recordaban la mirada cariñosa y atenta de mi padre cuando era pequeña».

Es muy curioso que, a pesar del paso del tiempo, volvamos a recordar, como si fuera ayer, todas las aventuras y peripecias que creíamos olvidadas.

También tenemos la posibilidad de aclarar malentendidos, de reírnos por problemas antiguos, de volvernos a mirar con los ojos limpios de rencores y salvar las diferencias. Victoria (54 años) hacía mucho tiempo había tenido un problema con su prima Isabel. No tuvo valor de aclarar con ella lo sucedido y el tiempo iba fijando cada vez más una ruptura que parecía insalvable. Un buen día, recibió una invitación para acudir a un encuentro en el que se reunirían todos, con el objeto de celebrar las bodas de oro de sus tíos. Allí se encontró con su prima y nada más verse se abrazaron llorando sin necesidad de mediar una sola palabra. Las dos necesitaban limpiar su corazón de antiguas afrentas.

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