NUEVA VIDA

Abuelos: volver a ser padres

Abuelos: volver a ser padres

Estar al servicio de la vida es una suerte. Volver a estar presente en el milagro de la vida es una segunda oportunidad, una recompensa aún más grande. Ser abuelo o abuela es todo un privilegio, un regalo del destino.

Las mujeres que nacimos por los años cincuenta pertenecemos a una generación en la que era frecuente casarse muy pronto. El adiós a la adolescencia se producía muy rápido, apenas nos habíamos quitado los calcetines, ya teníamos que atender las necesidades de un bebé. Es obvio que ser padres no fue nada fácil para algunos.

Viky recuerda cuán duros e intensos fueron los años de crianza. Vivía apremiada por compaginar el cuidado de los niños con el trabajo fuera de casa, en una lucha diaria para sacar adelante la familia; no había mucho tiempo para disfrutar de la maternidad; casi furtivamente, al terminar el día, se asomaba a la cuna para observar al hijo durmiendo.

Ser abuelos es una segunda oportunidad que nos llega en un momento extraordinario. En esta fase de la vida ya hemos aprendido a dar importancia a las cosas que verdaderamente la tienen. Somos más sabios, tenemos menos exigencias y menos obligaciones. Ahora, cuando todo está hecho, aparece de nuevo el MILAGRO DE LA VIDA.

Para Rosita el ser abuela es una experiencia llena de alegría: «Siento unas sensaciones muy diferentes a cuando fui madre». Esta mujer tuvo dos hijos. Sentía por ellos mucho amor, mezclado con preocupaciones, fatigas y prisas: «Compaginar el trabajo con la crianza me irritaba. Llegaba a casa y deseaba que los niños estuvieran dormidos». En la actualidad, sin prisas ni apremios disfruta de sus nietos como pocas veces pudo hacerlo con sus hijos.

Joaquina acaba de ser abuela. Comenta muy sonriente: «Me sorprendo con cada avance que hace la niña, con cada gesto; todo me parece nuevo, como si no hubiera tenido hijos». También ella vive con mayor capacidad de apreciar la evolución de un bebé, dando a todos los detalles más importancia que cuando fue madre.

Escuchar este tipo de testimonios es frecuente, y aunque para todo el mundo no es así de hermoso, en general, se observa esta ilusión renovada. Es indiferente estar cansada o sentirse mayor, cuando vienen a casa los nietos, se olvidan o se superan los achaques.

Los bebés traen fuerza y esperanza
Julián tenía 60 años cuando tuvo que afrontar una penosa enfermedad. Su hija estaba embarazada y aún le faltaban 2 meses para dar a luz. El deseo de ver a su nieto, le ayudó a superar aquel trance y le dio fuerzas para seguir luchando.

Ante las graves dificultades que ponen en peligro nuestras vidas, nos superamos con la fe puesta en lograr algo importante. Lo curioso es que esa fe gana en muchas ocasiones, y Julián pudo conocer a su nieto.

Volvemos a ser útiles para lo importante
Isabel padecía lo que ya conocemos como «síndrome del nido vacío». Es ley de vida: los hijos se van de casa para emanciparse. Además, con la jubilación, quedaron atrás trabajo y obligaciones. El nacimiento de su nieta le dio de nuevo sentido a su vida. Algunas personas pierden el sentido de sus vidas, y llegan a superarlo gracias a que, al cabo del tiempo, tienen la oportunidad de volver a sentirse útiles e importantes cuidando de los nietos. El nido vuelve a estar lleno.

Victoria Artiach Elvira. Psicóloga-psicoterapeuta.

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