Vacaciones en familia: un objetivo común
El veraneo en familia, con hijos y nietos, puede ser un plan idílico o una fuente de conflictos...
El caso de Manuela es ilustrativo de lo gratificantes que pueden resultar unas vacaciones con toda la prole reunida cuando las cosas se organizan bien. «He logrado que todo funcione. ¡Y sin enfadarme! La verdad es que he necesitado organizarme siempre: tengo cuatro hijos, un chico y tres chicas. Ahora somos un batallón porque todos están casados y me han dado once nietos, y los que vendrán», cuenta Manuela.
«Mis hijas y yo seguimos estando muy unidas y mis yernos parecen encantados, son estupendos. La relación con mi hijo, al que adoro, es diferente. Supongo que tiene que ser así, pero me ha costado asimilarlo. Los veranos los pasamos en familia, en la casa de la sierra. Hemos levantado un piso más y, por turnos, cabemos todos. Bueno, mi hijo, su mujer y sus hijos suelen irse a la playa. Para los niños, el plan de la sierra es fantástico porque se pasan el día en la piscina y el jardín. Dan la guerra justa. Y para los adultos, muy cómodo. El horario de los niños marca la pauta, ellos comen antes y echan la siesta. Cada uno se encarga de recoger, lavar y planchar la ropa de su familia. Los chicos hacen la compra, y yo, la comida; mi marido cuida la piscina y entre todos cortamos el césped. Dos días a la semana viene una señora del pueblo para hacer una limpieza más a fondo... En cuanto a las salidas nocturnas, nos turnamos para que siempre se quede alguien con los niños. Pero mi marido y yo tenemos nuestros "días sagrados" para cenar con los amigos o ir al cine. Acabo cansada, no lo voy a negar. Sin embargo, siento una enorme felicidad por dentro y estoy segura de que los demás, también».
El relato de Manuela da cuenta de cómo, cuando existe un objetivo común, las cosas van sobre ruedas. En su caso, los niños son el eje sobre el que giran las actividades de los adultos. «El objetivo común es que los niños lo pasen bien, y todos los adultos se vuelcan en ello», comenta Julia Silva. Pero, además, hay un reparto de las obligaciones y las responsabilidades, que al final se resuelve con la satisfacción de todos, sin que nadie se sienta agraviado o sobrecargado de tareas, porque todos los adultos respetan y procuran reservarse un espacio y un tiempo para sí mismos. Y esa es una de las garantías del éxito.
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