Biografía de Jesús de Nazaret Jesucristo

Jesús de Nazaret es el fundador del cristianismo y la figura más decisiva de la cultura occidental, que toma el año de su nacimiento como el año 1 en el cómputo del tiempo. El cristianismo le considera Hijo de Dios y una de las tres personas de la Santísima Trinidad, por tanto, Dios mismo. El judaísmo niega su carácter divino, que consideran en contradicción con la idea del Dios único. Para el islam, Jesucristo es un importante profeta, llamado Isa.

Su vida está narrada en los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento.

Sus padres eran María y José. María era una adolescente desposada con José cuando la visitó un ángel y le anunció que Dios la había elegido para ser madre de Jesús por obra y gracia del Espíritu Santo. Ella aceptó. Al saber José que su futura esposa estaba embarazada, quiso repudiarla, pero un ángel le comunicó en sueños que no se trataba de un acto humano, y él decidió acoger a María y a Jesús como a su propio hijo.

Jesús Nació en Belén, donde sus padres habían ido a empadronarse, obedeciendo una orden del emperador romano. Al no encontrar habitación en ninguna posada, se refugiaron en un lugar apartado, donde el Niño nació. Allí fueron a adorarle los pastores y los tres sabios llegados de Oriente. Siguiendo la costumbre del pueblo judío, le llevaron al templo para la circuncisión, con la ofrenda de dos palomas, lo estipulado para las familias humildes.

Avisados por un ángel de que Herodes pretendía matarle, huyeron a Egipto, donde vivieron algunos años, hasta la muerte del rey israelita.

De vuelta a Judea, se instalaron en Nazaret, donde la tradición dice que Jesús creció ayudando a su padre en su oficio de carpintero. A los doce años, siguiendo la tradición, fue al templo de Jerusalén, donde dio su primera muestra de singularidad al conversar durante tres días con los sacerdotes sobre las escrituras sagradas.

A los treinta años, se hizo bautizar por su primo Juan el Bautista en el río Jordán. Después pasó cuarenta días en el desierto, orando y superando las tentaciones del demonio, para finalmente marchar a Galilea, donde empezó a predicar el evangelio, es decir "la buena nueva", la llegada del Reino de Dios.
Así lo hizo durante unos tres años, acompañado de los doce discípulos que él mismo eligió y de una muchedumbre de gente que le seguía. Sus discípulos más cercanos fueron Simón Pedro y Juan. Según los evangelios, realizó muchos milagros, exorcismos y prodigios, pero sobre todo predicó con las palabras y el ejemplo de su vida.

En la última fiesta de Pascua de su vida, entró en Jerusalén a lomos de un pollino y la muchedumbre le aclamó como al Mesías. Solo unos días después, fue apresado en el huerto de Getsemaní, tras unas angustiosas horas de oración. Después de la tradición de Judas Iscariote con un beso, fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás, para ser juzgado por el sanedrín. A la mañana siguiente fue llevado ante el procurador romano Poncio Pilatos, que no le encontró culpable, pero dejó decidir a la muchedumbre, quien optó por salvar a Barrabás, un conocido bandido. Pilatos se lavó las manos, en un gesto simbólico, y entregó a Jesús a los soldados, que le torturaron y le crucificaron en el monte Calvario, entre dos ladrones. Murió hacia las tres de la tarde del viernes. Antes de anochecer fue llevado por José de Arimatea a una sepultura nueva, cerrada por una gran piedra y custodiada por soldados romanos para evitar que robaran su cuerpo.

El domingo, a primera hora de la mañana, María Magdalena acudió al sepulcro y no le encontró. Según el evangelio, Jesús resucitó y se apareció a los discípulos repetidas veces durante unos cuarenta días, hasta que finalmente subió a los cielos.

La frase: "Os doy este mandamiento nuevo: Que os améis los unos a los otros. Así como yo os amo, debéis también amaros los unos a los otros".