Biografía de Rubén Darío

Rubén Darío nació de Rosa Sarmiento y Manuel García, que se habían casado con las requeridas dispensas eclesiásticas por ser primos segundos. No obstante, pronto se separaron, y la niñez del futuro poeta discurrió en casa de sus tíos abuelos, el coronel Félix Ramírez y su esposa Bernarda, a los que quería como a sus verdaderos padres. Su madre biológica residía en Honduras con su nueva pareja y su padre se mantenía distanciado, hasta el punto que el niño le llamaba "tío Manuel".

Desde muy pequeño empezó a leer y a escribir. A los 13 años ya publicó en un diario local un poema. Admiraba por entonces a Zorrilla y Campoamor, entre otros autores españoles, aunque con el tiempo sería Víctor Hugo quien tendría en él una influencia determinante. También le interesaría desde muy joven el periodismo. Para dedicarse a él y a ampliar sus estudios se trasladó a Managua, la capital del país, donde comenzó una carrera periodística colaborando en varios periódicos.

En 1882 se marchó a El Salvador, donde se codeó con influyentes personajes, como el mismo presidente de la república, aunque pronto regresó a su país natal, donde seguiría experimentando con la poesía y profundizando en la poesía francesa.

En 1886 se embarcó hacia Chile, donde también se movería en los círculos literarios más influyentes, aunque tuvo que sufrir las humillaciones de la alta burguesía a causa de su origen indio y el escaso refinamiento de sus modales. Eso no le impediría, sin embargo, trabar amistad con el hijo del presidente de la república y publicar su primer libro de poemas. En Chile apareció la primera edición de Azul..., un libro que resultaría clave para la nueva ola literaria: el modernismo. Juan Valera, novelista y crítico literario español, dio a conocer el libro en España y gracias a sus favorables comentarios Rubén Darío empezó a ser famoso en toda Hispanoamérica, por donde el poeta viajó, hasta 1898, en que se embarcó hacia Barcelona.

En España encontró un grupo de jóvenes poetas modernistas que le acogieron con gran entusiasmo: Juan Ramón Jiménez, Jacinto Benavente, Ramón María del Valle-Inclán...

Pero pronto Rubén Darío fijaría su residencia en su admirado París, y cuando fue nombrado cónsul de Nicaragua pudo vivir por fin con cierto desahogo económico. En esa época viajó por Europa y Estados Unidos.

En los últimos años, Rubén Darío tuvo problemas con el alcohol, que le producía episodios de exaltación seguidos de depresiones en los que le obsesionaba la idea de la muerte.
Ante la Primera Guerra Mundial, partió de regreso a América, abandonando en España a su compañera de muchos años, Francisca, y a los hijos habidos con ella. Poco después murió, y está enterrado en la catedral de León (Nicaragua).

Dijo: "No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura".