Biografía de Sigmund Freud

La ciudad natal de Sigmund Freud se llamaba entonces Freiberg y pertenecía al Imperio austríaco. Los Freud eran judíos y tuvieron seis hijos, el mayor de los cuales era Sigmund, aunque el padre tenía otros dos hijos de un matrimonio anterior. Pronto se trasladaron a Viena, donde el padre de Freud, comerciante, esperaba mejorar su economía, sin lograrlo. No obstante, Sigmund fue a la universidad, donde despuntó como buen estudiante, brillante y original. En 1881 se licenció en Medicina.

A los 30 años contrajo matrimonio con Martha Bernays, que era nieta del gran rabino de Hamburgo y que le daría seis hijos.

Freud abrió una clínica dedicada a tratar personas con desórdenes nerviosos. Así profundizó en la histeria y la neurosis. En sus tratamientos usaba la hipnosis, un método entonces totalmente novedoso.

En 1899 publicó su obra más conocida, La interpretación de los sueños, que sería el inicio de una disciplina nueva: el psicoanálisis, una verdadera revolución en la forma de ver al individuo y abordar la personalidad y las experiencias. Sus teorías fueron muy bien acogidas por muchos, pero también provocaron grandes controversias y le granjearon encarnizados adversarios, como Carl Gustav Jung.

Fue el primero en exponer el importante papel de la sexualidad desde la misma infancia, el complejo de Edipo y otros trastornos que dieron una nueva dimensión al hombre. En la puritana sociedad austríaca decimonónica, causó una verdadera revolución al señalar la importancia de identificar los tabúes.

A los 67 años se le reveló un cáncer de paladar, que le produjo grandes padecimientos y le obligó a someterse a más de treinta operaciones quirúrgicas. Se quedó sordo de un oído y tuvo que usar una prótesis de paladar, pero nada le disuadió de abandonar su adicción a fumar puros.

En 1938, Austria pasó a formar parte de Alemania, donde gobernaban los nazis, que extendieron a aquel país su antisemitismo. Freud y su familia fueron detenidos e interrogados por la Gestapo. Consciente de que su vida corría peligro, aceptó la invitación de unos amigos para refugiarse en su casa de Londres. De hecho, años más tarde, parte de su familia moriría en campos de concentración.

En 1939 su salud ya estaba muy deteriorada y sus dolores eran terriblemente fuertes y necesitaba grandes dosis de morfina. Varias inyecciones de esta droga fueron la causa de su muerte.

Dijo: "La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas."