Gabino 'el de las quinielas'

Uno de los españoles más envidiados en 1968 fue Gabino Moral Sanz, un joven agricultor vallisoletano que, de la noche a la mañana, se convirtió en una de los personajes más populares del país. Su mérito no fue conquistar el Polo Norte a pie, cruzar el estrecho de Gibraltar nadando al estilo perrito, ganar el Oscar al mejor actor rural o inventar la vacuna contra la ludopatía; no, su única "proeza" fue la "puñetera" suerte (y no lo digo con rencor) de ser el único acertante de una quiniela de 14, lo que le sirvió para hacerse con el botín quinielístico más cuantioso logrado hasta entonces, exactamente ¡30.207.774 pesetas!, que en aquella época era una verdadera fortuna.

La noticia, como es fácil suponer, tuvo un gran impacto, y nuestro protagonista enseguida pasó a ser conocido con el apodo de "Gabino el de las quinielas", y su hazaña como "el gabinazo". Además, su imagen recogiendo el suculento premio fue portada en muchos medios medios de comunicación, no sé si para que los demás españoles nos relamiéramos de envidia o para que no dejáramos de jugar al 1X2, con la esperanza de que, quizá algún día, también pudiéramos tener nuestro propio apodo.

A partir de entonces, por cierto, le fuimos perdiendo la pista a "Gabino el de las quinielas". Pero, como algunos puedan suponer, pasados los años no fue visto en una isla Seychelles ni saliendo con un maletín de un banco suizo. Como bien descubrió el diario "ABC", el ya no tan joven acertante de 14 seguía, doce años más tarde, en su tierra, su vida no había cambiado demasiado y su premio lo había invertido en adquirir "una finca, un Chrysler, un Seat y un piso en Valladolid". A eso se le llama sentido común.