Magia Borras

Desde luego, si en los 60 y 70 había un juguete que nos hacía especial ilusión era el de Magia Borras, o sea, aquella caja "mágica" llena de trucos para hacer, con los que sin lugar a duda íbamos a triunfar entre los familiares y amigos.

Y con ese objetivo nos poníamos a aprender todo lo que aquel milagroso regalo nos ofrecía. La caja en cuestión, bien es cierto, no traía juegos de magia espectaculares, como cortar por la mitad con una sierra a una persona, hacer desaparecer a alguien detrás de un biombo o sacar un bandada de palomas de la chistera, no. Magia Borras tenía trucos sencillos, de andar por casa, pero que nos servían para entretenernos y, de paso, maravillar al personal.

Bueno, hasta ahí, todo fenomenal. El problema era, al menos eso recuerdo yo, cómo conseguir que todo lo que con horas de duro ensayo intentábamos aprender en la más absoluta intimidad funcionara luego a las mil maravillas delante del distinguido público. Y ahí precisamente radicada el problema, en que o éramos unos torpes de narices o no había ser humano capaz de realizar aquellos trucos, por muy sencillos que parecieran, ni siquiera utilizando la varita mágica que traía el juego. En concreto, aún me quita el sueño lograr que desapareciera la dichosa pelotita blanca dentro de un cubilete, o algo parecido.
De los demás trucos ya ni me acuerdo, porque me parecían una auténtica pesadilla, que me impidió triunfar en el mundo de la magia, como algún día cuando era pequeño soñé. Pero, por supuesto, lo que no puede negarse es que Magia Borras nos regalaba horas y horas de ilusión y entretenimiento, lo que en aquel tiempo no era poco.