“My Sweet Lord”, George Harrison

Aunque parezca increíble, el próximo 7 de febrero, o sea, un día antes de la ceremonia de los Grammy 2015, se entregará a George Harrison, a título póstumo, claro está, el Premio a su Trayectoria Artística. En fin, teniendo en cuenta que el bueno de George nos dejó en 2001, un poco tarde sí que llegan los miembros de la rimbombante Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación, que es la que anualmente concede estos prestigiosos premios.

Será, en todo caso, una buena excusa para recordar algunas de las inolvidables canciones en solitario del ex-Beatle, como la preciosa “My Sweet Lord”, de la que, el 15 de enero, se cumplen exactamente 44 años que se publicó en Reino Unido. El tema en cuestión, como muchos quizá sepan, pertenecía al álbum “All Things Must Pass”, y fue lanzado como el primer sencillo de la carrera en solitario de George Harrison, después de la disolución de los Beatles apenas un año antes.

La canción, que era como una alabanza al dios hindú Krishna, lo que daba buena cuenta del rumbo espiritual que había tomado su vida, nos atrapó desde el momento en que la escuchamos y arrasó en las listas de ventas, algo que no fue ninguna sorpresa.

My Sweet Lord”, además, fue en cierto modo el himno de aquel mítico “The Concert for Bangladesh”, que el propio Harrison organizó, en 1972, junto al legendario músico indio Ravi Shankar, un virtuoso del sitar, y que de pronto nos abrió los ojos a otro mundo que hasta entonces desconocíamos. El famoso evento, por cierto, luego publicado en álbum, está considerado el primer concierto benéfico de la historia y su objetivo era recaudar fondos para los refugiados de Pakistán del Este, hoy Bangladés, algo impensable para aquellos jóvenes que, a comienzos de los 70, deambulábamos en busca de nuevos horizontes.

En fin, pues para todos estos recuerdos, y para muchos más que el gran George Harrison seguro que nos sugerirá, tal vez sirva este premio Grammy a su trayectoria que se le entregará con todo merecimiento, y que él hubiera recibido con absoluto respeto y humildad, como era propio en su forma de ser.