Solidaridad entre la población islámica de Cáceres
jueves, 28 de mayo de 2020
La crisis del COVID-19 ha dejado a muchas familias sin recursos para conseguir los bienes más básicos. El virus no entiende de fronteras, ni de clases, ni mucho menos de religiones.
Que el coronavirus afecta a todo el mundo por igual y no hace distinciones es evidente, pero los efectos de la crisis se notan más en los colectivos más desfavorecidos. Nos vamos hasta Cáceres para encontrarnos con una iniciativa solidaria que tiene como protagonista a Said, el presidente de la comunidad islámica en esa ciudad. Uno más de nuestros héroes anónimos a los que queremos poner nombre.
La solidaridad en la comunidad islámica de Cáceres
Said Aboufaris representa a las 40 familias islámicas que viven en Cáceres. Mitad marroquí, mitad extremeño, pues lleva ya 28 años en Extremadura, Said tiene la nacionalidad española pero no olvida sus raíces. Y tampoco se olvida de todas esas familias de la comunidad islámica que él preside y que están notando ya los efectos de la crisis del coronavirus.
Muchas de esas familias son vendedores ambulantes en los mercadillos, por lo que han estado parados durante todo el confinamiento. Otros se dedicaban antes de todo esto al campo y a la tareas agrícolas en empleos que muchas veces les llevaban fuera de la provincia. Y no faltan los pequeños autónomos que han tenido que bajar la persiana de sus modestos negocios familiares.
Ante esta situación Said se mueve sin parar para conseguir recursos que alivien el día a día de estas familias. Consiguió una ayuda de los Emiratos Árabes Unidos que ha repartido a través del Banco de Alimentos con la colaboración de los voluntarios de la Asociación RedCor. Una ayuda que ha se ha repartido entre muchas personas de esta comunidad islámica en Cáceres, que si bien han sorteado la enfermedad, no han podido evitar los efectos de la crisis.
Said, además, tiene un negocio propio. Se trata de una carnicería musulmana y en estos meses ha decidido no cobrar nada a las personas necesitadas que acuden en busca de alimentos. Él propuso la iniciativa, pero no se hace cargo a solas de los cobros que no hacen. Los miembros de la comunidad islámica que mantienen sus trabajos aportan unos 20 euros al mes para este tipo de acciones solidarias. Toda una lección de barrio y de comunidad.
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