Dalí y el ampurdán
Quién no sueña con perderse durante un par de días o veinticuatro horas. plantarlo todo, el trabajo, la casa, la rutina. una noche en un hotel, un día en el campo. evadirse durante pocos días, llevando solo lo imprescindible. hay una tierra, cerca del mar, donde olvidarse y relajarse con el corazón en paz.
El Ampurdán huele a siesta, a campos de trigo, a pueblos de piedra, a cielos transparentes. Tiene un paisaje interior de formas ondulantes y suaves que se inclina bruscamente hacia el mar, de ahí el apelativo de Costa Brava. El contraste de colorido entre el mar, la llanura y la montaña forman parte de su atractivo. Posee, además, pueblos medievales que más bien parecen museos al aire libre: Pals, Palau-sator, Peratallada, Ullastret, Cruïlles, Corçà, La Bisbal (muy conocido por ser un gran centro de alfareros). Para describir los encantos de esta comarca no hay más que recordar que el Ampurdán es la tierra que cautivó a Salvador Dalí.
Hay muchas maneras de conocer este lugar entre los Pirineos y la Costa Brava, sin embargo hoy os proponemos, desde estas páginas, otra forma de acercarnos, otra forma de vivirlo.
Desde aquí, se puede comenzar un recorrido por la vida del pintor, un circuito daliniano, cuyos puntos más importantes serán los lugares, casas y museos donde transcurrió gran parte de su vida.
Su memoria se asienta sobre un triángulo de museos: el Teatro Museo de Figueras, el Castillo de Púbol y la casa de Portlligat. Estos son los espacios vitales y la mejor herencia que nos ha dejado el artista.
La biografía de Salvador Dalí, conocida por todos, recuerda que la imagen que de sí mismo daba ocupó infinidad de portadas de revistas y de periódicos. Sus excentricidades, la manera de vestir, de hablar y de actuar han sido motivo de noticia en programas de radio y televisión en muchas partes del mundo.
Sin embargo, su obra sigue sacudiéndonos e intrigándonos. Sus cuadros de llanuras interminables, de sombras verticales son fiel reflejo del paisaje de esta tierra, por eso no podemos dejar de afirmar que conocer el Ampurdán es entender a Dalí o, mejor dicho, para comprender a Dalí se hace imprescindible conocer el Ampurdán.
Comenta Antoni Pitxot, gran amigo del artista, que a Dalí le fascinaba el paisaje que le rodeaba, influyéndole de forma especial el Cabo de Creus. Podía pasar jornadas enteras observando la transformación de las rocas a medida que les daba la luz del sol a lo largo del día. El sol las convertía en personajes distintos. Ese juego de luces y sombras creaba figuras cambiantes que maravillaban al pintor. Consideraba así que el arte era una apariencia, una maravillosa mentira y que la función del artista es fascinarse y saber transmitir esa fascinación.
La silueta de esta tierra aparece en muchos de sus cuadros como una línea prácticamente recta, solo interrumpida por alguna elevación, es la línea del horizonte de la llanura ampurdanesa.
El Ampurdán es el centro de su mirada. Este será el emblema del nuevo arte contemporáneo, la navaja que corta el ojo en Un perro andaluz, la nueva visión del arte, el surrealismo, del que Dalí es uno de sus máximos exponentes.
No es casualidad que el logotipo del centenario del nacimieno de Dalí, en 2004, sea el dibujo que hizo Dalí y que Antoni Pitxot ha recreado, cuya imagen es un ojo atravesado por la línea del horizonte ampurdanés.
Dalí es el gran introductor del psicoanálisis y de la interpretación inteligente de los sueños en el arte. Quería representar con la imagen lo inaprensible, lo que se desvanece. Explicar «lo que no es» con contornos delimitadísimos. Llevar al mundo de lo concreto lo que solo intuimos. Lo que llamó «método paranoico-crítico».
De hecho, cuando descubrió las teorías de Freud, a finales de los años veinte del siglo pasado, comentaría: «Me pareció uno de los descubrimientos capitales de mi vida, y se apoderó de mí un verdadero vicio de autointerpretación, no solo de los sueños, sino de todo lo que me sucedía, por casual que pudiera parecer a primera vista». Este hecho y el descubrimiento, en el París de 1929, de que sus imágenes desconcertantes y llenas de misterio respondían a lo que un grupo de pintores y poetas definían como «surrealismo» (movimiento que entendía el inconsciente como fuente de inspiración artística) fueron dos acontecimientos que marcaron su futuro.
Uno de los tópicos de esta tierra es el carácter de sus gentes, a los que se les atribuye ciertos rasgos de genialidad, de excentricidad, incluso de locura, dicen que influidos, sobre todo, por el fuerte viento de la tramontana, típico de esta zona. No cabe duda de que Dalí era un verdadero producto del Ampurdán.
Antoni Pitxot, que convivió con el artista durante los últimos doce años de su vida, tiene en su memoria miles de anécdotas y vivencias que confirman esta genialidad y este carácter ampurdanés un tanto irregular en su comportamiento. Como dice Pitxot «era un ser distinto, fuera de lo corriente».
Consiguió durante toda su vida captar la atención de los demás, desde muy pequeño. La excentricidad era un rasgo de su carácter, así como su comportamiento teatral, exagerado y grandilocuente. No buscaba provocar, «él era la provocación». Dalí se representaba a sí mismo. Sin embargo, detrás del show, del espectáculo, aparecen toda una serie de rasgos psicológicos que incitan el deseo de conocer el enigma del pintor y del personaje.
Ruta daliniana
Iniciaremos el recorrido en la ciudad donde nació el genial artista y donde se encuentra su Teatro Museo, en Figueras.
Para situarnos debemos saber que en 1961, el entonces alcalde de Figueras ofreció a Salvador Dalí la posibilidad de donar alguna de sus obras a su ciudad natal, a lo que el pintor respondería que haría un museo que la convertiría en la meca del arte contemporáneo. En su momento nadie le creyó, ni las autoridades ni sus conciudadanos; sin embargo, hoy el Teatro Museo de Figueras es el principal reclamo de una ciudad que hasta entonces era conocida como centro comercial y gastronómico. Así fue como, sobre las ruinas del viejo teatro municipal, destruido durante la Guerra Civil, Dalí hizo construir un museo concebido como una gran obra de arte en sí mismo.
Considerado «el objeto surrealista más grande del mundo», contiene el más amplio abanico de obras del artista que describen su trayectoria desde sus primeras experiencias artísticas pasando por la culminación en la etapa surrealista hasta las obras de los últimos años de su vida.
La idea de reunir su obra en el antiguo teatro entusiasmó a Dalí, que declaró: «¿Dónde, si no en mi ciudad, ha de perdurar lo más extravagante y sólido de mi obra? El teatro municipal, lo que quedó de él, me pareció muy adecuado por tres razones: la primera, porque soy un pintor eminentemente teatral; la segunda, porque el teatro está situado justo delante de la iglesia en que fui bautizado; y la tercera, porque fue precisamente en la sala del vestíbulo del teatro donde expuse mi primera muestra de pintura».
Su última gran obra es «un Dalí». Todo el Teatro Museo es una obra de arte concebido por el ingenio y la gracia del artista ampurdanés. Desde la arquitectura hasta los detalles más insignificantes del interior fueron ideados y realizados por él. El resultado es una gran obra de arte capaz de maravillar a niños y adultos atraídos por la interpretación de cada pieza.
El Teatro Museo de Figueras es el final y resumen de una trayectoria que, completada con una visita por la ciudad, permite realizar una ruta daliniana que comienza por la calle Monturiol, donde se ubica la casa donde nació el artista. En esta misma calle, cerca de la plaza de la Palmera, se encuentra la segunda casa de los Dalí, donde se alojaron Federico García Lorca y Luis Buñuel invitados por su amigo Salvador. Parece ser que fue en esta casa donde Lorca recitó por primera vez su Mariana Pineda.
La ruta daliniana continúa por lo que fueron los centros escolares del joven Dalí, el colegio La Salle y el instituto Montaner, y por algunos de los espacios donde se expusieron sus primeras obras. Sin embargo, era un personaje tan especial que por allí por donde pasaba dejaba huella: la zapatería donde compraba sus alpargatas, la droguería donde encontraba la pasta para mantener sus bigotes tiesos, etc. Además, esta ciudad está llena de señales que recuerdan a Salvador Dalí, desde cafeterías decoradas con fotos hasta comercios con pinturas inspiradas en su obra, con mayor o menor gusto, y sobre todo el Teatro Museo que llama poderosamente la atención por su decoración exterior que, ya en su día, levantó una gran polémica. Por expreso deseo del artista sus muros están pintados de color rojizo con panes pegados como si fuera la Casa de las Conchas y rematado con gigantescos huevos en su cornisa.
Tras esta ciudad seguiremos nuestro recorrido hacia Cadaqués por una carretera difícil y llena de curvas pero de una gran belleza. El cielo tan azul sobre el mar y el formidable «jardín mineral» (como diría Josep Pla) de la costa forman un paisaje extraordinario que obliga, a lo largo de los veinte kilómetros de carretera que van de Rosas a Cadaqués, a parar el coche para disfrutarlo.
Cadaqués aún conserva gran parte de su atractivo, aunque ya no es el centro artístico que fue en época de Salvador Dalí, donde se daban cita numerosos artistas, escritores, periodistas e intelectuales de distinta índole, atraídos por el fenómeno Dalí. Sin embargo, este pequeño pueblo ampurdanés tiene una característica que nadie le puede arrebatar: la luz. Cadaqués es la luz. Una luz blanca y cegadora que rebota en las encaladas paredes de sus casas.
Es en este lugar donde la familia Dalí pasaba temporadas, primero como inquilinos de sus amigos los Pitxot y luego como propietarios de «es Llaner». A esta casa familiar invitará un joven Salvador Dalí a sus amigos de la Residencia de Estudiantes (Madrid): Federico García Lorca, Buñuel y Alberti.
Aparece Gala
En el verano de 1929, después de su segunda y transcendental estancia en París, Dalí recibe, en Cadaqués, la visita de un grupo reducido de intelectuales y artistas parisinos entre los que se encontraba Paul Éluard y su mujer Gala.
Gala y Dalí no se separarían nunca más. El gran escándalo que esto provocó en la familia derivó en una ruptura que duraría 19 años.
Dalí no podía prescindir de Cadaqués, por esta razón compró una barraca de pescadores en una cala cercana, en Portlligat. Esta será su casa y el centro de su mundo.
El artista comunicó tres barracas de pescadores y les dio una estructura laberíntica, instalando su taller en una de ellas, con una especie de ascensor para subir y bajar las grandes telas mientras pintaba sentado. Esta casa puede visitarse, pero su reducido espacio obliga a hacerlo en grupos pequeños y requiere hacer una reserva previa.
El paisaje de Portlligat y del cercano Cabo de Creus fueron fuente permanente de inspiración para el pintor, que vivió en esta casa más de 50 años y que aún conserva el encanto de las muchas genialidades del artista.
La ruta nos lleva hacia el último punto determinante en la vida de Dalí, un pequeño pueblo medieval en medio del Ampurdán llamado Púbol.
Púbol forma parte de la parodia de Dalí
Por los años treinta, Dalí prometió a Gala que le regalaría un palacio, un castillo para su musa. Sin embargo, el regalo del caballero a su dama se hizo esperar. Es en el año 1969 cuando el pintor cumple con su promesa y compra un castillo medieval en ruinas que arreglaría junto a Gala.
Este obsequio sería el refugio de Gala, al que Dalí sólo podría acceder bajo rigurosa invitación.
De esta manera, «la Musa» se recluía para protegerse de las presiones de la fama del pintor.
Tanto Gala como Salvador Dalí se implicaron mucho en la restauración y decoración del viejo castillo en ruinas. Crearon un lugar secreto, privado y misterioso y así nació la leyenda.
En su interior pueden verse las pinturas y dibujos que Dalí regaló a Gala, manifestándose la presencia del artista sobre todo en el jardín, donde colocó, en medio de los árboles y arbustos, cuatro gigantescos elefantes con patas de mosquito que forman parte de los juegos dalinianos más preciados.
La decoración del castillo es una mezcla de austeridad y barroquismo. Por un lado, la austeridad deseada por Gala que en su día manifestó: «Quiero que todo sea monacal, a mí me gusta la soledad y la sencillez» y, por otro, el barroquismo de Dalí expresado en la abundancia de animales disecados, cortinajes y objetos.
El pueblo de Púbol debe asimismo visitarse: es un lugar que invita al silencio. Sus calles empedradas con trazado medieval y su iglesia gótica podrían ser el final o el punto de partida de otras visitas, ya que los alrededores de este núcleo urbano están salpicados de pequeños pueblos empedrados de gran encanto.
Texto y fotos: May Serratosa.
El Ampurdán tiene un paisaje interior de formas ondulantes y suaves que se inclina bruscamente hacia el mar.
La memoria de Dalí se asienta sobre un triángulo de museos: el Teatro Museo de Figueras, el Castillo de Púbol y la casa de Portlligat
El Teatro Museo de Figueras se alza en las ruinas del viejo teatro municipal y contiene el más amplio abanico de obras del artista
En Cadaqués, la familia Dalí pasaba temporadas, primero como inquilinos de sus amigos los Pitxot y luego como propietarios de «es Llaner»
Púbol forma parte de la parodia de Dalí. En 1969 Dalí compró a Gala un castillo medieval, al que él solo podría acceder mediante invitación expresa de su esposa
Para conocer mejor al artista
- Teatro Museo Dalí. Plaza Gala y Salvador, s/n. Figueras. Tel.: 972 677 500 y 972 677 509
- Casa Museo Salvador Dalí. Portlligat (Cadaqués). Tel.: 972 677 500.
- Casa Museo Castell Gala Dalí. Púbol (La Pera). Tel.: 972 488 655.
- Fundación Gala Salvador Dalí. www.salvador-dali.org
Guía práctica
Hoteles
- Hotel Mas de Torrent *****; Afores, s/n. Torrent (Gerona). Tel.: 972 303 292. Situado en una antigua masía catalana del siglo XVIII, consta de 10 habitaciones, cada una decorada de manera diferente. También cuenta con 20 bungalós y 7 suites con jardín. El restaurante ofrece servicio a la carta y dos tipos de menús: uno gastronómico y otro de degustación.
- Hotel Restaurante Duran ***; C/ Lausaca, 5. Figueras. Tel.: 972 501 250. Se encuentra a tres minutos del Teatro Museo Dalí. Consta de 60 habitaciones completas. En su restaurante hay un reservado donde comía Dalí cuando estaba en Figueras. Ofrecen un plato muy típico: el pato con peras.
- Hotel Llané Petit ***; playa Llanér Petit. Cadaqués. Tel.: 972 251 020. Consta de 35 habitaciones con todas las comodidades. Bar con terraza delante del mar.
- Hotel Ubaldo *; C/ Unió, s/n. Cadaqués. Tel.: 972 258 125. En pleno centro de Cadaqués, es un hotel acogedor de 23 habitaciones.
Cafés y restaurantes
- Restaurante La Galiota; C/ Narcis Montu-riol, 9. Cadaqués. Tel.: 972 258 187. Famoso por su lubina al hinojo y el soufflé de queso.
- Restaurante Vehí; C/ de L´Església, 6. Cadaqués. Tel.: 972 258 470. Son especialistas en platos de pescado, como el suquet de pescado de roca del Cabo de Creus, la paella de langosta, los canelones de pescado y el pescado al horno.
- Café Delicatessen; C/ Sant Pere, 19. Figueras. Tel.: 972 511 193. Situada a escasos metros del Museo Dalí, por este local han pasado muchos de los personajes relacionados con el artista de Figueras. Se puede elegir entre una variedad de café o bien una tapa de pan con tomate y anchoas de Rosas.
- Café Empórium; Rambla Sara Jordà, 10. Figueras. Tel.: 972 500 050. Parece ser que en este lugar Dalí y Buñuel escribieron el guión de la película Un perro andaluz. Las especialidades de la casa son los pulpitos en salsa y los pimientos del piquillo. Se pueden tomar tapas variadas.
POR QUÉ NOS GUSTA...
Recorrer el Ampurdán tras los pasos de Dalí es una aventura de belleza inigualable que nos ayudará a entender mejor la obra de uno de nuestros pintores más universales.
Artículo recomendado
Buscador gratuito de residencias
Encuentra la residencia que encaja con tus necesidades. Puedes filtrar por preferencias, ver los servicios y fotos de cada centro e incluso contactar...
Comentarios