Fundación robert brady, cuernavaca

Hay personas que aman a los objetos, como si los objetos tuvieran alma y esa alma fuera las historias que encierran.
Robert Brady era una de estas personas. Pintor y diseñador, dedicó gran parte de su vida a recorrer el mundo en busca de objetos bellos. De belleza exterior o interior.

Brady fue un personaje muy peculiar. Nacido en Iowa, Estados Unidos, en 1928, desarrolló desde pequeño una gran afición por las artes plásticas. Estudió en el Instituto de Arte de Chicago, en el Centro Tyler de las Artes de la Universidad de Temple y en la Fundación Barnes de Pennsylvania.

Más tarde viajó por Europa y vivió en Venecia, donde se relacionó con los artistas del entorno de Peggy Guggenheim. En 1959 Robert Brady llega a México y queda prendado de Cuernavaca. Compra la Casa de la Torre, anterior observatorio meteorológico de un seminario, y lo restaura para vivir en ella.

A lo largo de su vida, Brady adquirió 1300 piezas procedentes de África, América, Oceanía, la India y el Lejano Oriente. Figuras ceremoniales primitivas, marionetas, estatuillas prehispánicas, Cristos antiguos, pinturas y muebles coloniales, arte plumaria, alfombras persas, un mosaico bizantino, un tótem canadiense, una banca de chaquiras de Camerún...

A ellas hay que sumar importantes cuadros de artistas como Rufino Tamayo, Frida Kahlo, Miguel Covarrubias, Maurice Prendergast o Graham Sutherland.

Con su ojo de artista, Brady organizó este rico mosaico de diversos estilos y épocas de tal modo que, a pesar de su eclecticismo, los objetos conviven en una increíble armonía.

Todo esto es lo que visitante puede ver a lo largo de 14 salas, conservadas tal como Brady las dejó al morir en 1986.