'Lo exquisito', centro cultural conde duque, Madrid

Un museo cerrado temporalmente por obras, como ocurre actualmente con el Museo de Historia, no equivale necesariamente a un museo opaco. Más bien al contrario, sus colecciones deben buscar un resquicio para seguir dialogando con el mundo.
Tal es el sentido de esta muestra, que recoge casi 170 piezas de las industrias suntuarias del siglo XVIII procedentes del Museo de Historia.

Su recorrido incluye no sólo las manufacturas reales, sino también otras industrias artísticas que habrán de alcanzar su mayor apogeo a lo largo del siglo siguiente. Objetos de variada tipología e iconografía fabricados en porcelana, cristal o plata, piezas complejas como relojes, tapices o muebles son el eje central de la exposición.
Sin embargo, un pequeño espacio, el dedicado a la Real Fábrica de Aguardientes y Naipes, permite sugerir el capítulo siguiente en la historia de la industria madrileña: la gran fábrica decimonónica que llega a transformar no sólo el espacio urbano que la rodea sino también el tejido social y, por tanto, la propia imagen de la ciudad.

No resulta fácil destacar unas piezas respecto de otras. No obstante, algunas brillan por sí mismas. Así, la magnífica sopera de porcelana tierna de la primera época de la Real Fábrica del Buen Retiro; las piezas de cristal francesas y alemanas de los orígenes de la Real Fábrica de Cristales de La Granja de San Ildefonso; cualquiera de los relojes expuestos; las muy originales tabaqueras constitucionalistas o la baraja de la Real Fábrica de Naipes.
En su mudez, todas ellas nos recuerdan con elocuencia que el Siglo de las Luces fue también un siglo de destellos, reflejos y fulgores.

Imagen: Reloj de sobremesa. Manuel Frías, 1788.