Fisura anal
La fisura anal se puede definir como una úlcera situada en la parte final del canal anal, de aparición frecuente y que ocasiona grandes molestias en forma de dolor intenso pese a su pequeño tamaño.
¿Qué es?
La fisura anal se puede definir como una úlcera situada en la parte final del canal anal, de aparición frecuente y que ocasiona grandes molestias en forma de dolor intenso pese a su pequeño tamaño.
¿Cuáles son sus causas?
La formación inicial de estas úlceras puede deberse a múltiples causas, siendo la más importante la asociación con el estreñimiento crónico. Cualquier motivo que pueda predisponer o disponer a la mucosa del ano a un traumatismo (paso de heces muy sólidas, diarreas muy líquidas e irritantes, tratamientos quimioterápicos, otras alteraciones anales previas como hemorroides, etc.) puede influir en la aparición de una fisura anal. Al parecer, el dolor producido por la formación de esta ulceración desencadena una contracción refleja de la musculatura anal, lo cual impide una correcta cicatrización de la fisura y una perpetuación de esta enfermedad. Por este motivo, los tratamientos aplicados van dirigidos a vencer esta contractura o hipertonía muscular.
¿Cuáles son sus síntomas?
El síntoma típico de la fisura anal es la aparición de dolor muy intenso, agudo y de carácter cortante, claramente asociado con el paso de las heces durante la deposición y que persiste un tiempo variable después de ésta (desde minutos hasta horas). Es posible, aunque normalmente escasa, la presencia de sangre de color rojo claro, sobre todo con la limpieza tras la deposición. Además, en ocasiones, también se asocia con la presencia de prurito o escozor en el ano. La localización típica de estas úlceras es en el margen anal anterior y posterior, de modo que ante una úlcera anal de localización atípica (márgenes laterales del ano) o que curse de forma indolora se ha de descartar que no se deba a otras causas como la enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa), enfermedades infecciosas o úlceras tumorales.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la fisura anal se basa en la sintomatología referida por el paciente y la observación de la úlcera en la posición descrita. Ante una úlcera anal en una localización anómala o que presente una sintomatología atípica es recomendable la realización de pruebas que descarten otras posibles causas antes mencionadas: colonoscopia para descartar enfermedad inflamatoria intestinal, cultivo microbiológico de lesión o biopsia si es preciso.
¿Cuál es el tratamiento?
La primera medida que hay que tomar ante un paciente que presenta esta patología es evitar el estreñimiento mediante una dieta rica en fibra o bien la toma de lo que se conoce como agentes de volumen (compuestos de semillas que favorecen la realización de deposiciones blandas y no diarréicas y que son sustitutos de la fibra vegetal). Igualmente, se recomienda la realización de baños de asiento con agua templada durante 10-15 minutos después de cada deposición.En ocasiones la aplicación de tratamientos tópicos a base de pomadas o cremas que contengan anestésicos locales, antiinflamatorios (corticoides etc.) puede producir un alivio sintomático. La adopción de estas medidas en la fase muy precoz de la formación de la úlcera pueden favorecer su cicatrización y, por tanto, su resolución. Sin embargo, en la medida en que la fisura se encuentre más evolucionada, estas medidas no van a ser efectivas. Recientemente se ha instaurado el tratamiento de la fisura anal con ungüentos o pomadas a base de nitroglicerina, cuya acción se basa en la producción de una relajación de la musculatura esfinteriana, de modo que, al aplicarla durante un mes como mínimo, se permitiría la cicatrización de la úlcera. Basado en el mismo fundamento, otra modalidad de tratamiento consiste en la inyección de toxina botulínica en el músculo esfinteriano que produciría una parálisis reversible de éste, con el consiguiente efecto beneficioso en el proceso de cicatrización de la úlcera. Estos tratamientos tienen una efectividad inicial de cerca del 80 por ciento si bien, con el paso del tiempo, se está viendo que ésta baja al 50 por ciento. Cuando todos los tratamientos descritos fracasan, está indicado el tratamiento quirúrgico. Mediante éste, se intenta lograr una disminución del tono esfinteriano, bien mediante una dilatación forzada que produzca un desgarro de sus fibras o bien mediante una sección controlada de éstas, lo que se conoce como esfinterotomía lateral interna. Esta intervención consiste en la sección de aproximadamente 1cm del músculo esfínter interno, previa comprobación de la existencia de hipertonía de éste. Los resultados de esta intervención son excelentes y la mejoría en la sintomatología prácticamente inmediata, si bien su carácter irreversible aconseja la realización primero de otros tratamientos más conservadores.
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