Dolor crónico: ¿cómo identificamos este dolor persistente?
El dolor se define como una experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociada a una lesión tisular real o potencial. Es uno de los motivos más frecuentes de consulta en los centros de fisioterapia y osteopatía, por eso vamos a intentar indagar un poco más.
El dolor es un sistema de alarma muy eficaz y complejo a la vez, gracias a él estamos vivos. Sin él hubiéramos muerto por quemaduras, hematomas, infecciones... Pero este sistema de alarma puede fallar, como si se tratara de una alarma de incendios muy sensible que se activase por el humo de una vela.
Como podemos ver, no hace falta tener daño tisular para percibir dolor, ya que este es una interpretación del cerebro sobre la información recibida en un contexto determinado.
Índice
1. ¿Cuándo percibimos el dolor?2. ¿Cómo podemos definir el dolor crónico?
3. Los síntomas del dolor crónico
4. ¿Qué tratamiento es el más adecuado?
¿Cuándo percibimos el dolor?
Así pues, igual que un surfista no siente dolor al ser mordido por un tiburón porque al cerebro no le interesa que sufra, sino que nade rápido para salvarse, o un militar solo siente un golpe al ser disparado en medio de una guerra por el mismo motivo, se puede dar el caso contrario. Podemos percibir dolor solo con que nuestro cerebro interprete que una situación es peligrosa para nuestra integridad física.
Cuando el estímulo recibido no se ajusta al dolor percibido decimos que el sistema nervioso está sensibilizado, tanto puede ser a nivel periférico o central.
La sensibilización periférica supone un aumento de las terminaciones nervioses sensitivas, recogiendo mucha más sensibilidad. Si normalmente al recibir un estímulo percibimos solo uno, cuando hay una gran sensibilización podemos llegar a percibir cien, haciendo que una simple caricia sea dolorosa.
En la sensibilización central ocurre que los estímulos percibidos son amplificados en la médula espinal y en el cerebro a través de las vías ascendentes, activando muchas zonas del cerebro que no se deberían activar e inhibiendo las vías descendentes, que en condiciones normales actúan como apagafuegos modulando la percepción dolorosa. De esta manera, obtenemos una experiencia desagradable en todos los sentidos.
¿Cómo podemos definir el dolor crónico?
El dolor crónico se clasifica como el dolor que persiste más allá del tiempo de curación del tejido normal, que dura más de tres meses y sin valor biológico aparente.
Definiremos el dolor crónico como una respuesta desadaptativa e incapacitante del cerebro, donde el cerebro se mantiene alerta, buscando situaciones potencialmente peligrosas, incluso cuando nuestros tejidos ya se han curado.
El dolor crónico es la enfermedad crónica más prevalente en la tierra y afecta aproximadamente a una de cada cinco personas en los países occidentales. Por este motivo, tiene un enorme impacto negativo tanto en la sociedad como en el individuo, siendo la condición más invalidante y costosa del planeta. Es, de hecho, el responsable del mayor número de años vividos con discapacidad.
El dolor crónico tiene una naturaleza inespecífica, lo que significa que la extensión de la experiencia del dolor no puede explicarse completamente por el daño tisular real. Cualquier patología o lesión puede dar dolor crónico, dependiendo del contexto con que se haya vivido esa experiencia, el sufrimiento emocional padecido y la creencia del paciente.
Los síntomas del dolor crónico
Podemos acudir a un especialista en fisioterapia y osteopatía si detectamos estos principales síntomas:
- Dolor muscular.
- Dolor articular.
- Dolor de cabeza.
- Cansancio.
- Trastornos del sueño.
- Depresión.
- Sequedad vaginal.
- Trastornos cognitivos, etc.
Las percepciones, creencias y pensamientos negativos del paciente sobre sí mismo y sobre su dolor influyen notablemente en la cronicidad del mismo, por lo que se deben reconocer y cambiar, partiendo de una relación empática y generadora de confianza que permita hablar al paciente cuando se sienta escuchado, comprendido y aceptado.
Además, existen otras entidades diagnósticas que pueden acompañar también a las personas que sufren de sensibilización central o dolor crónico, como:
- Fibromialgia.
- Fatiga crónica.
- Sensibilidad a alimentos.
- Sensibilidad química múltiple.
- Electrosensibilidad.
- Migraña.
Existe una gran comorbilidad con problemas de salud mental en términos de depresión, pensamientos catastrofistas, baja percepción de autoeficacia y ansiedad o estrés, siendo estos factores los que perpetúan el dolor y predicen pobres resultados terapéuticos. Esto pone de manifiesto que la salud física y mental van de la mano y son inseparables.
¿Qué tratamiento es el más adecuado?
El tratamiento debe ser multidisciplinar, es necesaria la intervención de diversos profesionales de la salud: reumatología, psicología, fisioterapia, osteopatía, nutrición, traumatología, etc.
Se suelen prescribir medicamentos para neuromodular el dolor, además de diversos analgésicos (paracetamol, tramadol, inhibidores de la recaptación de serotonina, potenciadores del GABA) a dosis bajas, mucho más efectivo que los AINES (ibuprofeno...) en este tipo de dolor por su efeto a nivel del sistema nervioso central.
En fisioterapia y osteopatía utilizamos la terapia manual, la educación en neurofisiología del dolor y el ejercicio terapéutico para combatir este tipo de trastornos con muy buenos resultados
Con la terapia manual conseguimos eliminar las tensiones musculares, movilizar las articulaciones bloqueadas y equilibrar el sistema nervioso autónomo, disminuyendo el estrés que genera un sufrimiento mantenido en el tiempo, para que el organismo sea más funcional.
La educación en dolor es muy importante para que el paciente sepa qué es lo que le ocurre y pueda estar tranquilo, evitando el catastrofismo, el miedo y la angustia de tener un dolor muy intenso sin saber por qué. También enseñamos técnicas de relajación para que el paciente encuentre un poco de calma en la tormenta que está viviendo, de esta manera desactivamos muchas áreas del cerebro generadoras de dolor.
Con el ejercicio terapéutico conseguimos eliminar el miedo al movimiento, enseñamos al cerebro a mover el cuerpo sin que salte la alarma del dolor, mejorando la nutrición de los tejidos, ganando fuerza y flexibilidad para poder llevar a cabo un estilo de vida saludable y agradable.
Sergi Mestres Pereta
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