Adelgazar siguiendo Dietas disociadas
Dentro de las numerosas dietas de adelgazamiento, la dieta disociada es una de las más conocidas mundialmente, debido seguramente a que es muy fácil de realizar.
La popularidad de las dietas disociadas se debe al médico francés Michel Montignac, quien publicó su "fórmula mágica" a finales de los años setenta en su libro Comer para adelgazar. Y por supuesto al hecho de que no haya que contar calorías y que admita cierta permisividad.
Las dietas disociadas se basan en no mezclar alimentos ricos en carbohidratos con las grasas o con las proteínas. El motivo es que la mezcla de grasas y carbohidratos aumenta la secreción de insulina y favorece el almacenamiento de la grasa.
Esta dieta solo prohíbe el pan la pasta, el arroz, las patatas, legumbres, dulces y azúcar. En cuanto a los lácteos, sólo se puede tomar leche desnatada. La fruta nunca se debe ingerir tras la comida porque supuestamente se altera el metabolismo de las proteínas. Y el alcohol está permitido en algunas ocasiones. Según los defensores, se puede perder un kilo a la semana y se adquieren hábitos que ayudarán a mantener el peso para siempre.
Los especialistas, sin embargo, creen que separar los alimentos para su consumo no es relevante y consideran que, si se consigue adelgazar, es únicamente porque, de alguna forma se limita el consumo de calorías. Además, consideran un error sin fundamento la supresión de la fruta como postre en la comida.
Menú tipo
Desayuno: café descafeinado o té ligero, fruta, un yogur desnatado y pan integral con mermelada sin azúcar.
Comida: ensalada aliñada con aceite de oliva y vinagre y filete con hortalizas de guarnición o pescado a la plancha con verduras.
Cena: crema de champiñones o de tomate o un plato de pasta integral con una salsa sin grasas.
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