La demencia más frecuente: el Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer (EA) es la demencia más frecuente (70% de todas las demencias). La describió por primera vez Alois Alzheimer en 1907, como una alteración gradualmente progresiva que desemboca en la muerte y que se acompaña de una alteración cerebral llamada degeneración neurofibrilar y placas neuríticas. Esta alteración consiste en depósitos de material anormal en el tejido cerebral (principalmente en una zona denominada corteza) lo cual lesiona el tejido, y esto conduce a que el cerebro no funcione adecuadamente. Estos cambios neuropatológicos están ampliamente distribuidos en la corteza cerebral, pero se concentran preferentemente en la zona medial de los lóbulos temporales e hipocampo, y la unión témporo-parieto-occipital. Más tarde, los lóbulos frontales también se comprometen. Además se produce una depleción intensa de un neurotransmisor cerebral, la acetil colina, que es crucial para que se desarrollen las funciones cerebrales. La parte del cerebro que produce este neurotransmisor está particularmente destruida siempre. La razón por la que se produce y deposita este material anormal es aún hoy objeto de investigación.

La enfermedad de Alzheimer es una patología casi exclusivamente del anciano. Aunque se han descrito casos de Alzheimer en sujetos de hasta 40 años, es de lejos mucho más común después de los 60 (1%) años, y es muchísimo más frecuente después de los 80 años (40%). Sus manifestaciones clínicas son del tipo de las mencionadas en el capítulo anterior, pero característicamente, el Alzheimer se caracteriza por las siguientes manifestaciones:

• Pérdida de memoria
• Deterioro del lenguaje,
• Alteración de la organización visioespacial y empobrecimiento de la capacidad de juicio.
• La función motora se mantiene bastante preservada

Todos los pacientes con Alzheimer tienen pérdida de memoria. El déficit de memoria es la manifestación más  precoz de la enfermedad de Alzheimer, y lo primero que notan los familiares. La memoria para la información remota se mantiene más conservada pero con el avance de la enfermedad también se va deteriorando. La aparición de problemas del lenguaje también es frecuente y característicamente el lenguaje es fluido, pero vacío, con reducida información, y pueden tener dificultad para recordar el nombre de los objetos. A medida que la enfermedad progresa, se pierde la habilidad para comprender el lenguaje hablado, tienden a repetir lo que escuchan, y pueden eventualmente volverse mudos. La capacidad de organización visuoespacial está deteriorada. Los pacientes se pierden fácilmente en lugares antes familiares para ellos.