Dolor lumbar en reposo: posibles causas y soluciones

Alrededor del 80% de la población ha padecido, en algún momento de sus vidas, un dolor lumbar. No obstante, se trata de una problemática leve y que no es más que la consecuencia de apoyarnos tan sólo en dos extremidades, ya que la mayor carga recae precisamente en la zona baja de la espalda. En las últimas décadas, las investigaciones científicas han superado el modo clásico de abordar esta dolencia, dando un giro extremo a los tratamientos y situando el reposo como uno de los peores enemigos de la lumbalgia.

Prevenir el dolor lumbar en reposo

Debemos tener en cuenta que, a medida que vamos envejeciendo, comenzamos a padecer afecciones tales como degeneración discal, espondiloartrosis o artrosis. Problemáticas que están asociadas no sólo al propio proceso de desgaste vinculado al cumplimiento de los años sino también a la pérdida de peso de los discos intervertebrales. De este modo, resulta pertinente afirmar que el dolor lumbar es una cuestión común al género humano y, por tanto, susceptible de ser desmitificado su impacto.

Los especialistas sugieren, a día de hoy, que los tratamientos activos son los que han demostrado un mayor potencial, por lo que, en los próximos años, han de convertirse en la prescripción estándar para paliar el dolor lumbar. Así, los abordajes pasivos tales como el reposo se sitúan -pese a las prescripciones tradicionales- como soluciones pobres y, a menudo, peligrosas ya que son capaces de cronificar la dolencia.

En los pacientes que presentan dolores con una duración inferior a 14 días se recomienda un tratamiento corto a base de relajantes musculares, analgésicos y antiinflamatorios. Si el dolor lumbar supera esta cifra -o, incluso, se hace crónico superando los 90 días de padecimiento- se recomiendan técnicas como la neurorreflejoterapia, una sencilla intervención quirúrgica mediante la cual se implantan, de forma eventual, placas bajo la piel, y un buen plan de rehabilitación.