Brucelosis

La brucelosis es el nombre con el que se conoce la enfermedad infecciosa producida por las bacterias del género brucella

Dr. José Ramón Yuste Ara
Especialista en Medicina Interna
Consultor Clínico. Departamento de Medicina Interna
CLINICA UNIVERSIDAD DE NAVARRA

¿Qué es?

La brucelosis es el nombre con el que se conoce la enfermedad infecciosa producida por las bacterias del género brucella.

¿Cuáles son las causas?

La etiología de esta enfermedad es una bacteria denominada brucella. La brucella es un cocobacilo gramnegativo, inmovil, aerobio y de crecimiento lento. Existen seis especies diferentes, de las cuáles, solamente cuatro (B. mellitensis, B. abortus, B. suis y B. canis) pueden producir enfermedad en el ser humano.

¿A quién afecta?

La brucelosis es una zoonosis, es decir, que el reservorio de esta bacteria son los animales y, principalmente, aunque no los únicos, los domésticos como vacas, ovejas, cabras y cerdos. La infección entre ellos es muy contagiosa, principalmente a través de la ingesta de tejidos o leche o mediante transmisión venérea. El hombre puede adquirir la enfermedad principalmente por vía digestiva, sobre todo a través de la ingesta de leche o derivados lácteos que no han pasado los pertinentes controles sanitarios y por tanto no precisando contacto directo con la fuente infecciosa. Otras vías de infección son la respiratoria por inhalación, la cutánea o la conjuntival por inoculación, lo cual necesariamente implica un contacto directo con los animales infectados. Por este motivo es comprensible que a mayor grado de desarrollo socioeconómico de un país, esta enfermedad tienda a ser casi exclusivamente profesional. Por otra parte, la infección de persona a persona es excepcional. Aunque, basándose en lo anteriormente reseñado, puede afectar a cualquier persona de cualquier edad, es más frecuente en los varones entre la cuarta y quinta década de la vida. Su distribución es mundial aunque con distinta incidencia según zonas geográficas. En este sentido, y a pesar de haber disminuido notablemente su incidencia, España sigue ocupando un lugar destacado entre los países europeos y es la especie B. mellitensis la responsable de prácticamente la totalidad de los casos registrados en nuestro país

¿Cuáles son los síntomas?

Tras un período de incubación que suele oscilar en la mayoría de los casos entre 10 y 20 días suele empezar a manifestarse la enfermedad. Lo más frecuente es la aparición de síntomas generales, habitualmente de forma aguda o subaguda si bien con menos frecuencia pueden aparecer manifestaciones locales. Entre los sintomas generales predomina la fiebre que típicamente es ondulante y suele acompañarse de escalofríos-sudoración profusa y artromialgias-afectación del estado general, constituyendo la triada clásica. Es excepcional que un enfermo permanezca sin fiebre o febrícula a lo largo de toda la evolución de la enfermedad. Alrededor del 30% de los pacientes presentan síntomas respiratorios dominados por la tos con o sin expectoración y hasta un 20% tienen síntomas digestivos con estreñimiento, menos habitualmente diarrea y dolor abdominal. A la exploración física más de la mitad de los pacientes presentan un aumento del tamaño del hígado (hepatomegalia), muchas veces acompañados de un aumento del bazo (esplenomegalia) y hasta una cuarta parte de los pacientes presentan adenopatías palpables. Las lesiones cutáneas, son raras, aunque cuando aparecen es por infiltración de linfocitos e histiocitos, y en ellas se puede aislar en ocasiones el microorganismo. Las manifestaciones localizadas aparecen por afectación específica de un determinado órgano o tejido. Pueden presentarse en cualquier momento de la evolución de la enfermedad (acompañadas o no de manifestaciones generales) aunque su aparición suele guardar una relación directa con el tiempo de infección. La localización osteoarticular es la más frecuente. Aparece en aproximadamente un tercio de los pacientes y se manifiesta principalmente con sacroiletis y/o espondilitis de predominio lumbar, esta última menos frecuente pero en general muy dolorosa y limitante. La localización neurológica (principalmente meningitis con mayor o menor grado de encefalitis), cardiovascular (endocarditis y pericarditis) representan las formas más graves de la enfermedad. Otras localizaciones específicas son la genitourinaria (orquiepidimitis principalmente unilateral), respiratoria (infiltrados pulmonares y derrame pleural),  hepática (hepatitis granulomatosa) y ocular (defectos transitorios de la agudeza visual y/o uveítis). Las recidivas son frecuentes, principalmente a lo largo de los tres primeros meses y sobre todo en casos no tratados. En algunos pacientes la enfermedad puede prolongarse incluso varios años, dando lugar a la brucelosis crónica, con artralgias, impotencia funcional musculoesquelética, parestesias y alteraciones neurovegetativas.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico de esta enfermedad se lleva a cabo mediante técnicas de aislamiento del microorganismo o por métodos indirectos de carácter inmunológico. El aislamiento de la brucella, principalmente en sangre, establece el diagnóstico definitivo. El crecimiento es lento y, aunque ya puede detectarse entre la segunda y la tercera semanas, la incubación debe de mantenerse hasta 45 días. Los estudios serológicos, entre los que destacan el rosa de Bengala y el test de Coombs, tienen gran especificidad para demostrar que ha existido contacto con el microorganismo (presencia de anticuerpos) pero no para determinar cuando se ha producido el mismo (si es actual o no). Sin embargo, la negatividad de ambos test permite prácticamente descartar la enfermedad. Las Pruebas diagnósticas recomendadas en los pacientes con sospecha de brucelosis son;

Hemograma, VSG y bioquímica básica Hemocultivos  Pruebas serológicas: Rosa de Bengala,Test de Coombs. Pruebas complementarias según la focalidad sospechada: Radiografía Sacroilíacas, RMN, TAC, ecocardiograma, ecografía testicular.

¿Cuál es su tratamiento?

El tratamiento son los antibióticos, que en esta enfermedad deben de cumplir dos requisitos como son el tener buena penetrancia intracelular y buena actividad intracelular. El tratamiento debe ser combinado, ya que ningún antibiótico por si solo consigue la erradicación bacteriana, y debe asimismo ser prolongado en el tiempo, para disminuir el riesgo de cronicidad y de recidivas, que es máximo en la B. Mellitensis ( la más frecuente en nuestro medio). Las tetraciclinas (principalmente la doxiciclina) constituyen la base antimicrobiana para cualquier combinación con rifampicina o estreptomicina.

¿Cuál es su pronóstico?

Cuando el tratamiento ha sido correcto el pronóstico es bueno, con una mortalidad inferior al 1%, especialmente relacionado con la presencia de endocarditis y con posibilidad de secuelas en casos de formas localizadas como neurobrucelosis, espondilitis y endocarditis.

Artículo facilitado por:
Clínica Universidad de Navarra

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