¿Qué frases no debo usar para dar el pésame?

Nos podemos encontrar a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional y mundial con un montón de frases que se utilizan para estos momentos tan difíciles por los que todos pasamos alguna vez en la vida.
Algunas de ellas son muy curiosas y resultan llamativas. A mí me llama mucho la atención la primera:
-"¡No somos nadie! ".

Como dice Enrique San Francisco, un monologista que me gusta mucho, "¡no serás nadie tú! Los demás somos unos tíos muy majos."

Es algo que nos puede llegar a crear desesperación, vale, y sobre todo problemas de comprensión hacia la persona que en ese momento está viviendo el duelo.

Otra muy buena frase , sobre todo cuando hemos cuidado de un enfermo crónico durante mucho tiempo es cuando recibe la frase que dice:
-"Ya descansáis los dos"

Fijaros esta frase, cómo sabemos si realmente esa persona descansa o para él supone un vacío tan grande la pérdida del cuidado de un ser querido que le puede destrozar el alma, ¿no?

Otra muy importante es:
-"Te acompaño en el sentimiento"
¿Hasta cuándo vamos a acompañar a esa persona en el sentimiento? Un día, dos días, un mes, un año... no lo sé, es una gran duda que tenemos.

Otra que hace reflexión sobre el escaso conocimiento que tenemos de la vida de los demás y de la vida nuestra familiar, íntima, que es:
- "¡Con lo bueno que era!"

¡Idealizar al fallecido! Justo lo que se necesita quizás en esos momentos para evitar la negación.

Y hay otra también que es la panacea y que es la que yo creo que todos hemos dicho ante, sobre todo personas con un carácter fuerte, con un ímpetu importante, que es la de:
-"¡Lo llevarás bien, porque tú eres fuerte!"

Esto ya, fijaos... La primera etapa del duelo es la negación, vosotros consideráis que con todo este tipo de frases que decimos y que enunciamos cuando vamos a dar un pésame, ayudamos realmente a una persona que está pasando por esa situación?

Por lo tanto, mi consejo desde aquí es sencillamente callarnos, no decir nada, abrazar, llorar o reír o comportarte con naturalidad, aceptando incondicionalmente el dolor y el estado de ánimo que tiene la persona a la que realmente queremos ayudar en ese momento.